Sin embargo, el Tratado no prohibió los misiles antibalísticos por completo, permitiendo a cada parte tener una reserva de ellos con un máximo de 100 misiles, en cualquier parte del territorio de cada país. Así, EEUU eligió la base aérea de Grand Forks, en el estado de Dakota del Norte, para desplegar su sistema de defensa Safeguard, que funcionó por un corto tiempo antes de ser desmantelada.
"La URSS, por su parte, instaló su sistema A-35 en los alrededores de la capital para garantizar la supervivencia de Moscú en caso de una guerra nuclear", profundiza Mizokami.
Este sistema fue compuesto por los misiles A-350 con un peso de unos 33 toneladas y con una ojiva con capacidad nuclear de entre dos y tres megatones, destinada para interceptar ojivas enemigas a una altitud de hasta 120 kilómetros. Asimismo, Moscú desplegó 48 misiles superficie-aire S-25 Berkut equipados con ojivas regulares o nucleares.
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No obstante, Mizokami —igual que la mayoría de los representantes de los medios occidentales— opina que "a pesar de la disponibilidad de nuevos misiles, el futuro del sistema de defensa antimisiles de Moscú no está claro debido a que algunas instalaciones se volvieron obsoletas y tienen que ser reemplazadas".