"Cuando los países del Báltico se unieron a la OTAN, Kaliningrado se convirtió en un territorio enemigo en el mismo centro de la alianza occidental. Esto hizo [al territorio] vulnerable, pero a la vez potencialmente peligroso desde el punto de vista militar", explica Farley.
El columnista alude a los misiles teledirigidos rusos del sistema S-400, que incomodarán a la OTAN a la hora de ofrecer apoyo aéreo a los países del Báltico, gracias a su capacidad para recorrer grandes distancias (entre 40 y 400 kilómetros).
"Si Moscú quiere presionar a los países de la OTAN que dudan [de las capacidades de Rusia], ella puede hacer una poderosa demostración, enviando al enclave algunas nuevas y atemorizantes armas", subraya el autor.
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Mientras tanto, el presidente de Rusia Vladímir Putin reiteró en repetidas ocasiones que Rusia no representa amenaza para nadie y que su único objetivo es defender a su país y a su pueblo.