Fillon, que no ha pasado por la Escuela Nacional de Administración (ENA) ni otra institución de las que se nutre la élite política francesa, es un político de profesión.
Diputado ya a los 27 años, no conoce lo que es una nómina de la empresa privada, pero ha pasado por varios ministerios desde que cumplió 40 años. Primer ministro de Nicolas Sarkozy durante el período 2007-2012, el discreto hijo de notario de provincia puede ser el artífice de lo que algunos llaman una "revolución conservadora".
Un programa económico "brutal" o "realista"
Fillon quiere flexibilizar el mercado de trabajo y acabar con el bloqueo sistemático de una mayoría de los sindicatos a cualquier iniciativa que rompa el sistema vigente desde hace décadas. Evidentemente la izquierda se alarma, aunque en el fondo muchos socialistas estén de acuerdo.
Cuando se le acusa de querer acabar con el sistema social francés, él responde que ese sistema data de 1945 y que no es lógico querer refundar un sistema que ha producido más de 6 millones de parados, que bloquea el acceso al empleo de los jóvenes (25 por ciento de paro juvenil) y que produce déficits y deuda que los nietos de los franceses deberán pagar durante décadas.
"Mi proyecto no es brutal, es realista", defiende Fillon.
Considerado liberal en lo económico, a Fillon se le ha reprochado su conservadurismo en asuntos de sociedad. Acusado de oponerse al derecho a abortar, ha tenido que dejar claro que jamás se le ha pasado por la cabeza poner en entredicho la Ley Veil de 1975, que despenalizó el aborto. Como católico, señala, es filosóficamente contrario a la interrupción voluntaria del embarazo, pero nunca, declara ofuscado, tomaría medidas contra normas que hagan avanzar la situación de la mujer en la sociedad francesa.
Se la ha acusado también de oponerse a la adopción entre homosexuales. No es cierto. Solo exige que la filiación de los adoptados no se pierda y ha manifestado claramente que prefiere la adopción por homosexuales o solteros que ver un bebé abandonado.
Cristianismo, soberanismo, autoridad, Rusia
François Fillon tiene una característica que sus enemigos dentro de su propio partido, Los Republicanos, como los centristas y la izquierda piensan explotar en su contra: su cercanía personal con Rusia y con el presidente Vladímir Putin. Fillon es considerado en su país como el más prorruso de los candidatos del centroderecha.
En efecto, Fillon conoce bien a Putin desde que ambos ejercían el cargo de primer ministro. Ya sea en el Kremlin, en Sochi, en las reuniones del Club de Debates Valdái o en la dacha personal del dirigente ruso, ambos líderes han tenido ocasión de conocerse, tutearse y compartir confidencias, sin que eso no impida que cada uno mantenga opiniones diferentes en algunos apartados.
François Fillon ha manifestado en varias ocasiones que "querer hacer de Putin un monstruo sangriento es ridículo, si tenemos en cuenta la historia de Rusia". Lo que tampoco le convierte en un ciego fanático del jefe del Kremlin: "Rusia es un país peligroso porque es inestable, pero desde el punto de vista del funcionamiento de la democracia, Putin es un progreso".
Para Fillon, Putin "puede ser un bulldog, pero también tiene su lado caluroso y sensible". En este sentido, la prensa francesa recuerda que cuando la madre de Fillon murió, Vladímir Putin le envió como regalo una botella de vino cosecha de 1931, la fecha de nacimiento de la fallecida.
Siria y Ucrania, motivos de fricción con Hollande
François Fillon fue partidario de negociar con Bashar Asad para buscar un arreglo en Siria. "Hay que ayudar a Asad, por encima de todos sus defectos", decía Fillon en 2015. En ese sentido, también apoyó desde el inicio del conflicto una alianza con Teherán y Moscú para frenar al denominado Estado Islámico, o Daesh, grupo terrorista proscrito en numerosos países, entre ellos Rusia.
En desacuerdo total con el presidente François Hollande, Fillon siempre ha considerado que Rusia debía ser un interlocutor indispensable en Siria: "Estados Unidos y sus aliados optaron por una postura moral tan irreprochable como inoperante. Asad debe partir, dicen, pero ¿para dejar el sitio a quién?", se preguntaba Fillon. "A un régimen totalitario que combate en el corazón de nuestras ciudades y que quiere imponer una dictadura fanática al mundo", respondía.
François Fillon es uno de los principales críticos de las sanciones antirrusas aplicadas por la Unión Europea y seguidas por París, por el conflicto en Ucrania. Fillon insistía también en este asunto sobre la implicación norteamericana en la política de ese país. Fue uno de los principales críticos con la cancelación de la venta de los portahelicópteros Mistral a Rusia.
Antídoto a Le Pen
Fillon, un "gaullista" en la política exterior, representa a la derecha tradicional francesa, conservadora en las costumbres y liberal en los asuntos económicos. Siempre ha expresado su rechazo a las posturas del Frente Nacional (FN), en cuyo terreno nunca ha querido buscar el voto.
Con Fillon la derecha ha encontrado el mejor antídoto anti-Le Pen, sin copiar su ideario y rechazando claramente sus postulados. Para él nunca sería un problema apoyar a la izquierda para evitar la llegada al poder del FN.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK