En respuesta a ese previsible acercamiento, se produce una nueva ronda de fricciones. Primero fue la acusación de una "postura militar agresiva" por parte de Rusia al desplegar misiles en su enclave de Kaliningrado en el Báltico. Al día siguiente, llegó la acusación hecha por el Parlamento Europeo, que aprobó una resolución para "contrarrestar" lo que dice es "propaganda anti-Unión Europea procedente de Rusia".
Lo interesante del episodio es la mirada del Gobierno chino. Se pregunta: ¿Por qué Occidente teme ahora a Rusia? En esa dirección, aparece la denuncia de que el Kremlin tuvo un papel decisivo en el resultado de las elecciones que llevaron a Trump a la Casa Blanca.
El órgano chino sostiene que el problema no está en Rusia sino en el interior de Occidente y de modo muy particular en sus élites políticas y en los medios de comunicación que "han tratado durante mucho tiempo al mundo entero como su 'cancha' y siempre olfatean las protestas de los países no occidentales". En suma, Occidente está acostumbrado a intervenir en los asuntos internos de otros países. Lo extraño, ahora, es esa resolución para contrarrestar palabras de agencias de prensa.
Occidente se sentiría incómodo ante las denuncias de la prensa no occidental, en general, y ahora de la rusa, en particular. Global Times señala que el incidente es "un escenario dramático y ridículo".
Pero el punto central del argumento chino es que si bien creen que "Occidente es todavía fuerte", la protesta del Parlamento Europeo contra Rusia sugiere debilidad. El punto es que estamos en un mundo complejo y caótico, en el cual solo podrán avanzar los países que tengan "capacidad de resistencia y tenacidad cuando se enfrentan a dificultades". Al parecer, este es el punto débil de Estados Unidos y de la Unión Europea.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK