"La pobreza ha disminuido en los últimos 10 años, pero la infantilización (de la pobreza) ha aumentado", sostuvo la analista Malena Acuña, del Programa de Protección Social de Cippec.
Este 20 de noviembre se celebra el 27 aniversario de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional que establece que los niños, niñas y adolescentes cuentan con los mismos derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales que las personas adultas.
La "infantilización de la pobreza" se presenta cuando los índices de pobreza en niños y adolescentes son mayores que los de la población en general.
En Argentina la situación se acentúa en la franja que va desde el nacimiento hasta los 6 años.
"Aunque ahora hay menos niños pobres que hace 10 años, la brecha entre la pobreza que les afecta y la población en general ha aumentado", constató Acuña, quien explicó que se trata de un fenómeno regional.
El 47,4% de los menores de 14 años y el 38,5% de los jóvenes entre 15 y 29 años son pobres, mientras esa condición la padecen 32,2% de la población en general.
Estos datos del segundo trimestre del año fueron publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Después de una paulatina reducción entre 2003 y 2012, la pobreza volvió a subir a partir de 2013.
"Los salarios no han acompañado el aumento inflacionario", explicó Acuña.
Otros aspectos de la pobreza
Por otra parte, "la pobreza no depende solo del valor de los ingresos, sino que es una cuestión multidimensional", aclaró Acuña.
Aunque depende de las provincias y del tipo de trabajo, las licencias por maternidad generalmente son de 90 días, sin alcanzar el mínimo de 98 establecido por la Organización Internacional del Trabajo.
Peor es la situación con las licencias por paternidad.
"En algunos casos los padres tienen entre dos y cinco días, según en qué marco trabaje", observó la integrante de Cippec.
Esta diferencia, que además impacta sobre la igualdad de género, afecta el desarrollo de los niños, que necesitan a sus dos progenitores como referencia.
"Esto muestra que el Estado presupone que las responsables de crianza son las madres", observó Acuña.
El Centro de Investigación aboga por las licencias parentales o familiares, que se pueden tomar indistintamente la madre, el padre u otro miembro de la familia.
Al ser solo para los trabajadores formales, solo las gozan una de cada dos personas en Argentina.
Asignación universal por hijo
En 2009 se creó la Asignación Universal por Hijo (AUH), una pequeña subvención en dinero que pueden recibir inclusive los hijos de trabajadores informales o desocupados.
Aunque este tipo de asignaciones son un avance, se trata de transferencias no progresivas.
Así, por el hecho de tener hijos los sectores más pudientes reciben más dinero al deducirse parte del llamado impuesto a las ganancias (un gravamen sobre el salario).
La AUH es un monto mensual de 1.103 pesos (unos 73 dólares) por hijo, uno de los más generosos de la región, "pero todavía bajo para sacar a un niño de la pobreza, porque incide más sobre la indigencia", sostuvo Acuña.
Ofertas de servicio y educación
Por otro lado, apenas el 32% de los niños acceden a la educación y el cuidado que debe brindar el Estado.
"Una familia sin acceso a licencias ni a servicios de educación perjudica a las madres, que son las que ven limitada su inserción laboral", indicó.
Se tardará muchos años para revertir el círculo intergeneracional de la pobreza, estimó la experta, aunque las autoridades argentinas parecen tenerlo en cuenta y avanzan en medidas para revertirla.
La Convención sobre los Derechos del Niño es el tratado internacional que ha recibido más ratificaciones en la historia; solo EEUU no la ha ratificado.