Jorge Rafael Videla falleció por muerte natural a las 6:25 de la mañana del 17 de mayo de 2013. Tenía 87 años. El exdictador argentino fue encontrado muerto en el penal de Marcos Paz, donde cumplía una condena de cadena perpetua.
Para evitar destrozos por parte de sus detractores y culto por parte de sus seguidores, el dictador fue sepultado en secreto. El cuerpo yace debajo de una lápida bajo el nombre de la familia Olmos, en el cementerio Parque Memorial de Pilar.
Hasta el día de su muerte, Videla justificó el terrorismo de Estado que impuso en Argentina durante su dictadura. Jamás quiso reconocer el número de muertos y desaparecidos bajo su Gobierno. Los organismos de derechos humanos hablan de 30.000, él disputaba la cifra y decía que eran 7.000.
Sévane Garibian, quien nació en el seno de una familia que escapó al genocidio armenio, es profesora del Fondo Nacional Suizo (FNS) en la Facultad de Derecho de Ginebra y dirige el proyecto científico 'Right to Truth, Truth(s) through Rights: Mass Crimes Impunity and Transitional Justice' (Derecho a la verdad a través del Derecho: Impunidad en los crímenes de masa y justicia transicional).
Michelle Bachelet, presidenta de Chile por aquellos años, dictaminó que el fallecido dictador no tuviera un funeral con honores de Estado ya que no había sido elegido democráticamente como primer mandatario. Se autorizó, sin embargo, que fuera sepultado con los honores militares correspondientes a su condición de excomandante en jefe del Ejército. Tampoco se decretó duelo oficial por su muerte.
El coche fúnebre que trasladaba el cadáver fue escoltado por motos y autos policiales. Fue necesario disponer de buses con efectivos antidisturbios en puntos estratégicos del recorrido.
Entre los visitantes que acudieron a despedir al dictador había presencia de juventudes neonazis.
Los restos de Pinochet fueron cremados en el Cementerio Parque del Mar de Concón y sus cenizas trasladadas a la parcela Los Boldos, casa de veraneo de la familia.