La victoria de Trump, geopolíticamente, significa que la Casa Blanca no estará dirigida por un belicista, y eso podría traer consigo cambios significativos en Norteamérica y en el mundo.
Donald Trump "logró destruir el autoimpulsado mito de la estabilidad, la credibilidad y la previsibilidad institucional de EEUU, en parte porque se trataba ya de principios huecos, repetidos sin cesar por un puñado de presumidos funcionarios del imperio", explica Escobar.
Aunque toda predicción es difícil, "lo que es seguro es que las prioridades [de EEUU] se alejarán de querer cambiar el régimen en Rusia o de contener a China", cree Escobar. En ese sentido, Trump tiró por los suelos las convicciones y la autoridad de las élites políticas tradicionales, con Clinton a la cabeza, siendo además una persona con la que Pekín puede negociar.
Trump acabará con la locura de "una guerra asegurada" contra Rusia o China, de la que tanto han hablado responsables al frente del Ejército de EEUU, explica el columnista. No en vano, durante los debates prometió no ser la persona que empezara una III Guerra Mundial.
Trump no es partidario de la política intervencionista de EEUU, que busca mostrar su poder e influencia "desde las fronteras de Rusia hasta el mar de la China Meridional", pasando por Siria. Lo único que Trump ha garantizado es bombardear a Daesh hasta "dejarlos hechos polvo", resalta Escobar.
No sería una sorpresa que EEUU ofreciera a China un control compartido del mundo basado en las respectivas esferas de influencia de los dos países, explica el experto. Lo mismo podría suceder con las esferas de influencia de Rusia: Trump podría aceptar la adhesión de Crimea a la Federación Rusa y un Minsk II en Ucrania. "En un instante, la Guerra Fría 2.0 se acabaría", sostiene Escobar.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 15 ноября 2016 г.
Económicamente hablando, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), dos obsesiones geoeconómicas y geopolíticas de la Administración Obama, difícilmente vayan a prosperar. Trump no es partidario de una OTAN económica, así como no demuestra demasiado entusiasmo por la OTAN a nivel militar, explica el columnista.
Escobar añade que, a largo plazo, todo lo anterior podría significar "una disolución progresiva del bloque militar, económico y político entre EEUU y la UE, junto a un crecimiento implacable de la integración euroasiática.
"EEUU no está más en posición de ser promotor, garante y conciliador de lo que sea, empezando por sí mismo. Si Donald Trump se revela a sí mismo, indirectamente, como un euroasiático de corazón, podríamos ser testigos del terremoto definitivo", concluye el analista.