A su juicio, no fue casual que la reacción de Pekín a la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fuera bastante fría. El portavoz del Ministerio de Exteriores, Lu Kang, deseó simplemente que la nueva administración "considere objetivamente las relaciones comerciales y económicas" entre los dos países.
Obama se caracterizó por efectuar una política de contención oculta de China mediante la creación de un cinturón de aliados asiáticos, pero evitaba todos los puntos de conflicto agudo. En consecuencia, no se atrevió a introducir un arancel del 45% para las mercancías procedentes de China ni hacer fortalecer el yuan.
"A #EEUU le resulta difícil aceptar el hecho de que #China se está haciendo más grande" https://t.co/xFopLvMoES pic.twitter.com/DZA4xp0fwz
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 12 de outubro de 2016
Como resultado, a la herencia negativa de Barack Obama puede añadirse la presión económica: intentos de revisar el comercio, las investigaciones 'antidumping' y otras medidas que darán lugar a una crisis sistémica en las relaciones chino-norteamericanas, concluye Polunin.
En esta situación, contener a China se convertiría para Trump en una tarea más urgente que la confrontación con Rusia.