El clérigo, que actualmente es uno de los exorcistas más solicitados de Roma y la Iglesia Católica, empezó en el trabajo de casualidad, cuando un compañero sacerdote le pidió ayudarlo en un exorcismo. Ahora, Taraborelli llega a atender hasta 30 personas por día.
A los 79 años de edad, el sacerdote no piensa renunciar a su trabajo, el cual ha desempeñado por muchas décadas. Sin embargo, le preocupa la perspectiva de quedarse sin un sucesor, ya que los padres más jóvenes no se sienten particularmente atraídos por el puesto.
"Le dije a mi obispo que no puedo encontrar a nadie dispuesto a hacerlo. Muchos tienen miedo. Hasta los sacerdotes pueden tener miedo. Es una vida difícil", comentó el religioso a BBC.