El artículo hace referencia a numerosos casos. Entre ellos el del político y periodista estadounidense David Corn, quien escribió un texto publicado en la revista Mother Jones, diciendo —refiriéndose a cierto "agente de inteligencia occidental"— que "el régimen ruso estuvo cultivando a Trump, brindándole apoyo y asistencia por al menos 5 años". El supuesto agente reveló los presuntos vínculos del candidato republicano con Rusia y declaró que los había enviado a estudiar en el FBI.
Poco después el editor de New Republic, Franklin Foer, afirmaba haber encontrado una directa (¡y totalmente secreta!) relación entre la dirección de correo perteneciente a Trump Organization y la de un banco ruso.
Al final todo resultó ser mucho más simple (y menos secreto). El servidor —que, de hecho, no le pertenecía a Trump Organization— enviaba mensajes de publicidad a diferentes direcciones de correos sobre la red hotelera de Trump, incluyendo a los del banco ruso.
Sin embargo, algunos analistas consideran que el principal problema del periodismo estadounidense, no es que los medios de comunicación estén dispuestos a utilizar cualquier historia inverosímil y sin fundamento, si esta ensombrece a Trump y Rusia, dice el artículo.
Y no importa en absoluto que no exista un consenso entre las agencias de inteligencia de Estados Unidos sobre el tema, como tampoco han presentado evidencia alguna, señala el autor.
Sin embargo, eso parece no tener importancia alguna. Ante las elecciones presidenciales, cualquier historia que exponga a Rusia como el principal villano, incluso con falta de fundamentos reales, es bienvenida entre los medios de comunicación.
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