La maniobra que usó el magnate, después de declarar en bancarrota sus tres casinos de Atlantic City, Nueva Jersey, fue intercambiar la deuda que tenía por acciones corporativas para evitar que le cobraran los impuestos que corresponderían en caso de que esa deuda fuera perdonada.
Esta táctica era tan extrema, según informa el periódico, que incluso sus abogados se la desaconsejaron porque la administración fiscal podía declararla inapropiada en caso de auditoría.
El mismo medio de comunicación ya publicó hace unas semanas que el aspirante republicano a la presidencia logró eludir el pago de impuestos federales durante dos décadas tras presentar una declaración en 1995 con 916 millones de dólares en pérdidas.