"Lo que Colombia lograría negociando con el ELN son dos cosas muy importantes: cerrar el capítulo de la justificación política de la violencia y encontrar un punto de arranque nuevo para temas de reparación, perdón y verdad. Si bien es cierto que las FARC son la principal guerrilla, es necesario incluir al ELN en la ‘paz completa’", dijo a Sputnik Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, una organización cuyo propósito es generar conocimiento sobre temas de seguridad, conflicto armado, criminalidad y derechos humanos.
"Con las FARC esto no era así, los acuerdos eran a todo o nada. El lema era ‘hasta que todo esté acordado, nada está acordado’. Con el ELN cabría la posibilidad de implementar los acuerdos de inmediato. Eso garantiza que los dividendos de la paz se comiencen a ver", enfatizó Ávila.
Colombia tiene 1103 municipios. Las FARC operan en 240, y el ELN en un poco más de 100. Sin embargo, las bases sociales del ELN son muy amplias en sectores urbanos estudiantiles. "Mientras las FARC son un ejército intentando hacer política, el ELN es una organización política intentando hacer la guerra", señaló.
Tras la suspensión del proceso de paz el 27 de octubre, por no complimiento por parte del grupo guerrillero de la liberación del excongresista Odín Sánchez, tal como lo exigía el presidente Juan Manuel Santos, el inicio de negociaciones se pospuso para el 3 de noviembre en Quito.
Ávila evaluó los posibles problemas de una negociación entre este grupo guerrillero y el Gobierno: "Una de las incertidumbres es qué sucederá luego de agosto de 2018, cuando Juan Manuel Santos termine su presidencia. Es muy arriesgado dejar una negociación abierta para que venga otro mandatario del que no sabemos la tendencia política y su visión sobre la paz. Sin embargo, pedir que esta negociación se agilice y quede mal hecha no es factible. Todo eso lo determinara la propia dinámica de la mesa".