Tras el cierre de las bases militares estadounidenses en Groenlandia, los desechos radiactivos y químicos peligrosos para la naturaleza y la humanidad que allí se encontraba, todavía no han sido destruidos, puesto que se desconoce quién debe pagar por los intentos de EEUU de controlar a la URSS.
Según el autor del artículo, el denominado 'Project Iceworm' —Proyecto Gusano de Hielo— es un legado de la Guerra Fría. La base, denominada Camp Century —que albergaba hasta 200 soldados y constaba de una red de túneles, un hospital, un cine e incluso un teatro y una iglesia—, estaba impulsada por un reactor nuclear. Se planeaba instalar en la base 600 misiles nucleares.
Sin embargo, la base fue evacuada en 1967, después de que los científicos estadounidenses descubrieran que el glaciar de Groenlandia se estaba desplazando de manera más rápida de lo esperado, poniendo en peligro el funcionamiento del reactor. Según el autor del artículo, los militares estadounidenses pensaron que el hielo iba a ocultar los restos de la base para siempre, pero se equivocaron.
El experto advierte que el 'legado radiactivo' de los militares estadounidenses es capaz de propagarse a otros países a través de los mares y los ríos en un futuro próximo, lo que es muy peligroso.
Por su parte, las autoridades de Groenlandia están preocupadas por la investigación realizada por Colgan. Sin embargo, todavía se desconoce quién es responsable por la limpieza de Camp Century. Según los expertos, Washington es el único responsable por el 'legado radiactivo', a pesar de que Groenlandia es una región autónoma de Dinamarca desde 1814.
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No obstante, el problema es que Camp Century no es la única base ártica abandonada, ya que hay decenas de bases en Groenlandia y el norte de Rusia. Sin embargo, los expertos noruegos —financiados por Moscú— solo han logrado eliminar una pequeña parte de los residuos.