Por eso, fanáticos del Chavo decidieron construir una réplica de la vecindad en Tucumán, en el norte de Argentina. La idea de recrear el lugar donde se desarrollaban las hilarantes historias del Chavo, Quico, la Chilindrina, el profesor Girafales, doña Florinda y don Ramón se remonta a 10 años atrás. Pero fue hace cuatro meses que lograron recrear para su propio disfrute este legendario sitio de ficción, explicó a Sputnik Jorge Ávila, una de las personas detrás del proyecto.
A pesar del carácter privado al inicio de la 'vecindad tucumana', la noticia se difundió de boca en boca. "La hicimos un fin de semana para nosotros. La gente se empezó a enterar y quisieron ir", explicó. La escenografía era móvil y desmontable, entonces entre todos alquilaron una casa y la adaptaron para abrirla al público hace alrededor de un mes.
"A pesar de todos los problemas que tenemos en la vida, el Chavo del Ocho nos hace remontar a ese período de inocencia, nuestra niñez, que nos hizo tan felices. Hoy, al volver a eso, veo a la gente disfrutar y emocionarse. Es un orgullo y un placer darle esta oportunidad a las personas", dijo Ávila.
Nada en esta vecindad está al azar. Los creadores miraron varios capítulos en detalle para calcular distancias y poder hacer una representación fidedigna de este lugar. Se basaron en los capítulos de las temporadas de 1976 a 1978. Sin embargo, es una tarea muy difícil, ya que la escenografía original cambió varias veces, por lo que "una pequeña diferencia en medida no sería grave".
El mismo método fue utilizado para la ubicación del barril. Contaron los pasos que Quico daba desde que salía de su casa hasta llegar a la 'guarida' del Chavo. Para la disposición de la escalera se basaron en fotos del profesor Girafales y el Chavo.
Si bien la vecindad no incluye a sus personajes, los visitantes tienen a disposición los disfraces para poder dar vida y revivir la infancia. El proyecto promete expandirse, con un énfasis especial en la solidaridad, aseguró Ávila.
Por ejemplo, durante la semana, el grupo invita a niños con discapacidades para que puedan jugar en el recinto. En un futuro, planean incorporar un "restobar" en la entrada de la vecindad. Allí implementarán la idea de "café pendiente", en el que la gente que tenga la posibilidad pague un café y lo ponga a disposición de "algún chavito" que no pueda permitirse ese gusto.
Los argentinos esperan que su iniciativa pueda ser reconocida por Roberto Gómez Fernández, hijo de Chespirito y quien gestiona su legado, para poder establecer un museo dedicado a la figura del cómico mexicano y sus personajes.