Esta desigualdad en la percepción de amenazas desestabiliza aún más la región, consideran Dina Esfandiary y Ariane Tabatabai, de la revista The National Interest.
El temor a la hegemonía regional iraní viene de lejos. La rivalidad entre Irán y Arabia Saudí es tanto política como religiosa, cultural y étnica. No obstante, para los saudíes la esencia de la amenaza no es una potencial invasión de Irán, sino más bien las dudas constantes de Teherán respecto a la legitimidad política y regional de la Casa de Saud. Por ejemplo, los iraníes cuestionan la tutela de los sitios sagrados musulmanes por Riad.
Mientras tanto, Teherán desdeña a los saudíes. "Irán cree que su legitimidad emana de su interior, de su historia y cultura, mientras que los Estados del Golfo Pérsico la derivan de la aprobación de los demás y su nueva riqueza. Considera a la Casa de Saud carente de historia y de poder natural, lo que compensa con una gran cantidad de dinero. Irán considera que la dependencia de la protección occidental socava la posición árabe. Esto convierte a Riad en un oponente poco digno a ojos iraníes", destacan los autores del artículo.
"Así, mientras que la amenaza iraní impulsa toda la política regional de Arabia Saudí, Riad es solo una pequeña pieza en los cálculos de Irán". La falta de coincidencia en la percepción de amenazas impide cualquier progreso hacia el diálogo entre los dos países, un paso esencial para reducir las tensiones en un área ya de por sí tensa.