La OTAN ya expresó su preocupación por el emplazamiento de los misiles balísticos rusos Iskander en el óblast de Kaliningrado —enclave ruso en la parte más occidental del país—. Mientras tanto, los expertos afirman que el hecho no contraviene ningún acuerdo. El periódico Argumenti i Fakti analiza en un artículo reciente las posibilidades de que la región se convierta en el escenario de una nueva carrera armamentista entre Rusia y Occidente.
Las unidades de misiles llegaron a la región rusa a través del mar, en un barco de 190 metros de eslora llamado Ambal. Según dijo el representante del Ministerio, Ígor Konashenkov, "la meta principal del despliegue es precisar las características de uno de los satélites norteamericanos". El alto cargo político aclaró que no es la primera vez que los militares rusos lo hacen y añadió que seguirán haciéndolo en el marco de los entrenamientos.
Más tarde, un parlamentario ruso, el coronel general Vladímir Shamánov, detalló que la medida busca contrarrestar la amenaza que puede surgir tras la aparición de elementos de defensa antimisiles estadounidenses (DAM) en el Viejo Continente.
"Somos testigos de un agravamiento considerable de la situación internacional a causa de las discrepancias entre Rusia y EEUU en el caso de Siria", considera Serguéi Griniayev, director general del centro de evaluaciones y prognosis estratégicas.
Según el experto, las tensiones en el Mediterráneo se reflejan en el Báltico, y Estados Unidos solo estimula la tirantez militar en los límites occidentales de Rusia, es decir, en Polonia y en las repúblicas bálticas. Griniayev añadió que el emplazamiento de los Iskander en Kaliningrado sirve como palanca para resistir la presión que ejerce Occidente contra Moscú.
También subrayó que es un arma de alta precisión y de despliegue rápido que puede ser equipada hasta con ojivas nucleares. Griniayev agregó que la presencia de los misiles no debe influir negativamente sobre los habitantes de la región rusa. Sin embargo, el experto argumentó que, pese a esto, la tensión entre Rusia y Occidente sí puede tener una influencia negativa en la situación en general.
"Aunque todavía no es una 'guerra fría', el enfriamiento ya vino y es significativo. En esta situación, todos somos rehenes", expresó el sociólogo Vladímir Krivoshéyev.
De todas maneras, Kaliningrado sigue viviendo una vida normal: se realizan proyectos de infraestructura, los ciudadanos de la UE llegan y los rusos viajan a Europa también.
"Confío en que el sentido común prevalecerá en los políticos occidentales", afirmó Krivoshéyev.
Anteriormente, el Ministerio de Defensa ruso dijo que el traslado de los sistemas Iskander es una reacción a una posible amenaza y una medida de disuasión, dada la proximidad de Kaliningrado a una zona donde están estacionadas las fuerzas de la OTAN.