Han pasado casi siete décadas hasta que otro mandatario, el socialista François Hollande, reconozca, a su vez, "la responsabilidad de gobiernos franceses en el abandono de los harkis, la matanza de los que se quedaron en Argelia y las condiciones de acogida inhumanas de los que fueron transferidos a Francia".
Je reconnais la responsabilité des gouvernements français dans l'abandon des Harkis et les massacres de ceux restés en Algérie.
— François Hollande (@fhollande) 25 сентября 2016 г.
Los harkis son los argelinos que desempeñaron labores policiales y militares durante el período en el que el país africano formaba parte de Francia. Una vez que los acuerdos de Evian de 1962 otorgaron la independencia a Argelia, después de cruentos enfrentamientos, decenas de miles de harkis que no pudieron abandonar el país fueron masacrados por el nuevo régimen. Los más de 50.000 que pudieron huir fueron aparcados en Francia en campos de concentración. Los también llamados 'Franceses Musulmanes Repatriados' nunca fueron reconocidos en el país que defendieron y siguen siendo considerados como colaboracionistas en la tierra en que nacieron. Los harkis emigrados y sus descendientes representan hoy casi medio millón de personas.
A nadie se le escapa que el homenaje a los harkis se enmarca en la campaña electoral que enfrenta no solo a izquierda, derecha y a los nacional-populistas del Frente Nacional, sino también a los aspirantes de las primarias de cada bando.
Ese medio millón de harkis y descendientes podría parecer una cifra menor para justificar tal despliegue de atención, pero tras la figura de los harkis hay que ver también el potencial de voto de los 'pied-noirs', los argelinos de origen europeo, incluidos judíos, que abandonaron el país tras la independencia y se refugiaron en Francia. Los pied-noirs representan un botín electoral de más de tres millones de votos, una cifra ya más sensible al cortejo de los aspirantes al Elíseo.
Sarkozy aprovechaba el discurso para entrar en el debate de actualidad sobre el Islam de Francia e insistir así, como otros candidatos, en los asuntos sobre identidad que agitan el país y la campaña electoral. Alain Juppé, principal rival de Sarkozy en las primarias del partido Los Republicanos, fue más comedido en sus declaraciones y en un comunicado señaló que había llegado el momento de "reconocer solemnemente que sí, en 1962, Francia os ha abandonado".
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Otras declaraciones fueron publicitadas por otros aspirantes del mismo partido insistían en el hecho de que la injusticia hecha a los harkis perdura hoy, pues siguen viviendo en condiciones sociales deplorables.
Un alarde de humanismo y compasión inusitado, a la caza de algunos millones de votos que en anteriores contiendas electorales han ido a parar mayoritariamente al Frente Nacional.
Si los pied-noirs (de origen también español, italiano o maltés), instalados en su mayoría en la mitad sur de Francia, son votantes del FN es porque ese partido ha mantenido a través de su exlíder, Jean Marie Le Pen, la nostalgia de esa Argelia francesa "traicionada por De Gaulle". La nueva dirigente del partido, Marine Le Pen, asistió a la ceremonia oficial en París y expresó sucintamente en su cuenta de Twitter "un recuerdo compungido para los miles de harkis muertos estos últimos 55 años sin haber visto reconocido su sacrificio por Francia".
Une pensée éplorée pour les milliers de harkis morts ces 55 dernières années sans avoir vu reconnu leur sacrifice pour la France. MLP
— Marine Le Pen (@MLP_officiel) 25 сентября 2016 г.
Sea por iniciativa sincera o por ambición electoralista, Francia va cerrando algunos de los capítulos más oscuros de su historia reciente. Muchos de los harkis que se refugiaron en Francia en 1962 fueron a parar al campo de concentración de Rivesaltes, en el sur del país. Antes que ellos, allí estuvieron encerrados cientos de ciudadanos judíos. Pero los primeros moradores de ese monumento a la vergüenza fueron republicanos españoles que huían del régimen de Franco en 1939. Miles de ellos se unieron a la Resistencia contra el ocupante nazi y dejaron su vida por la libertad de Francia.
Sin querer hacer clasificaciones ni comparaciones imposibles entre sufrimientos, los españoles que lucharon contra el nazismo siguen esperando también el reconocimiento del país que ayudaron a liberar y que les sigue ignorando oficialmente en los círculos políticos y, sobre todo, en los libros de historia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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