La reciente inspección del CVN-78, en cuya construcción Washington ha gastado al menos 12.900 millones de dólares, reveló que el avanzado portaviones estadounidense tiene varios problemas técnicos, lo que puede aplazar su primera salida al mar.
En junio pasado una explosión eléctrica se produjo en el segundo turbogenerador de la nave.
Aunque los oficiales estadounidenses insisten en que en aquel entonces no hubo fuego, la explosión pudo haber sido lo suficientemente grande como para echar los escombros al turbogenerador.
Un mes después de este incidente se produjo la segunda explosión pero ya en otro turbogenerador.
Una fuente del Pentágono, al declarar en una entrevista al medio de comunicación Defense News, informó que las explosiones habían sido provocadas por los reguladores de tensión defectuosos. Se prevé que la reparación de los fallos encontrados cueste al menos 37 millones de dólares.
"A menos que estos defectos no se eliminen, lo que posiblemente requiera de un rediseño de las partes defectuosas, la capacidades de la nave para realizar las operaciones de combate quedarán considerablemente limitadas", comunicó en un informe el director de la prueba operacional y evaluación Michael Gilmore.