Brasil no encabeza el abecedario ni es el país anfitrión, pero esta tradición se remonta a los primeros años de la ONU, cuando el diplomático brasileño Osvaldo Aranha, muy activo en la fundación de la organización, dio el primer discurso en la Asamblea General.
Hasta 1945 Aranha fue el ministro brasileño de Relaciones Exteriores, pero antes ya había trabajado en Estados Unidos como embajador y a partir de 1947 se dedicó de lleno a las Naciones Unidas.
Aranha tuvo un papel destacado en el proceso que culminó con la creación del Estado de Israel, ya que presidió la segunda Asamblea General, en la que se votó el plan de las Naciones Unidas para la participación de Palestina.
En cualquier caso, no está claro que el hecho de que Brasil siempre sea el primer país en hablar sea tan solo un reconocimiento hacia el papel de este diplomático, ya que los expertos apuntan también motivos geoestratégicos.
El país suramericano se habría elegido como la tercera vía que evitaría el enfrentamiento entre las dos potencias de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética, que se disputaban ese lugar de honor.
También era una forma de reconocer el peso demográfico y económico de Brasil en Latinoamérica y de compensarle por quedarse fuera del Consejo de Seguridad.
Este es el principal anhelo de Brasil en el ámbito de la ONU, que sigue a día de hoy, ya que junto a Japón es el país que más veces ha ocupado un asiento no permanente en este foro, considerado el más importante de las Naciones Unidas.
Temer discursará por primera vez en la ONU desde que asumió la presidencia del país de pleno derecho el pasado 31 de agosto, cuando terminó el proceso de 'impeachment' que apartó a Dilma Rousseff de forma definitiva.
Temer hablará después de la polémica suscitada este lunes, cuando en la reunión de alto nivel sobre los refugiados y migrantes dijo que Brasil había recibido en los últimos años a 95.000 refugiados, englobando en esa cifra a un importante contingente de haitianos llegados tras el terremoto y no como refugiados de guerra.