Cuando el 16 de septiembre de 1973 los sicarios de Augusto Pinochet torturaron y asesinaron a Víctor Jara, no podían imaginar que lejos de silenciarlo, estaban convirtiéndolo en leyenda.
Sus canciones (Te recuerdo Amanda, El derecho a vivir en paz, Canto libre), han sido banda sonora de la vida de varias generaciones de chilenos y latinoamericanos en general, que se han sentido identificados con ellas.
Y es que Jara se convirtió en referente internacional de la llamada canción protesta y de cantautor y una de las figuras fundamentales del movimiento conocido como Nueva Canción Chilena. El también dramaturgo, actor, poeta y profesor, se desempeñó como embajador cultural del Gobierno del presidente Salvador Allende.
Sin más crimen que su música y su apoyo al gobierno de Unidad Popular, el día del golpe de estado, el 11 de septiembre de 1973, Jara fue detenido por las fuerzas represivas de la dictadura militar recién establecida. Pocos días después lo ultimaron con 44 balazos, en el antiguo Estadio Chile, que con el retorno de la democracia fue renombrado como estadio Víctor Jara.
Como cada año, los chilenos le han rendido homenaje en el Museo de la Memoria de Santiago de Chile. En uno de sus muros, puede leerse el último poema de Jara, Somos cinco mil o Estadio Chile.
En estos días, familiares y amigos de Víctor acudieron hasta el actual estadio Victor Jara para recordarlo, entre ellos su hija Amanda, quien a pesar de mantenerse por lo general alejada de la política y los medios, expresó que la impunidad que sigue marcando los crímenes cometidos en la dictadura profundiza el dolor.
Por otra parte, a Jara se le dedicaron películas y espectáculos en el aniversario de su muerte, entre los que destaca "Rojo y Negro, canciones de amor y desamor", de la cantautora Ana Tijoux inspirado en la obra de Jara.