Yamila Viana mide 1,75 sin tacos —tacones—. Cuando los usa, puede superar el 1,80. En su vida, el tango desempeña un rol central debido a que ella ama y vive este baile. No obstante, para el tango su altura es un poco inusual, ya que está considerada una bailarina alta y esto puede llegar a suponer un problema.
Se conocieron bailando para el mismo estudio. "Iván daba clases de 'ballroom' y yo entrenaba a los bailarines de tango. Él tenía la altura que yo estaba buscando y me propuso que trabajáramos juntos para presentarnos en la competencia —competición— nacional de tango en San Francisco. Acepté. Lo entrené y ganamos el campeonato en sus dos categorías: salón y escenario. Después, vinimos a participar en el Mundial el año pasado como campeones de Norteamérica", contó Viana, y agregó que, si bien no llegaron a la última fase del torneo, la experiencia los ayudó a crecer mucho como pareja.
Tanto ella como Iván llevan el tango en su ADN, aunque el caso de él es más atípico. Nació en Siberia, pero, como es hijo de un militar, vivió por ciudades de todo el país. La pasión por este tipo de música la heredó de su abuelo ucraniano. Cuando lo visitaba en su casa, el anciano tocaba el bandoneón —variedad de acordeón, de forma hexagonal, usada para interpretar tangos—. "A mí me sorprendió la historia del abuelo de Iván. Tocaba el bandoneón en las reuniones familiares en Ucrania hace ya tres generaciones. Me parece algo increíble", expresó Viana.
"El tango en mi casa siempre estuvo presente. Eso ocurre en Argentina, el tango está en todos lados", prosiguió.
En la edición de este año, llegaron 19 finalistas para la categoría Tango Escenario. Ocho de esas parejas son extranjeras. Tres de Rusia, tres de Colombia, una de Brasil y otra de Italia. Para la final de Tango Pista se clasificaron 38 parejas: 25 argentinas, 6 de Colombia, dos de Italia, dos de Rusia, una de Corea del Sur, de Venezuela y de Holanda.
Para esta pareja, el tango es más que una pasión: es una forma de vida. En enero abrieron juntos una escuela, la Tango School New York City. En esta danza encontraron su vocación y a su media naranja. "A mí siempre me gustaron los hombres altos", confesó Yamila.