Los grupos observadores sirios afirmaron que al menos 70 personas, en su mayoría civiles, fallecieron el fin de semana en dichas operaciones. El Ejército otomano afirmó haber acabado con al menos 25 "terroristas", pero no hizo ningún comentario sobre las muertes de civiles reportadas, salvo decir que los comandantes están tomando todas las medidas necesarias para proteger a los no combatientes.
Según la agencia turca Anadolu, el comunicado de las Fuerzas Armadas del país otomano señala que la ofensiva se está llevando a cabo de conformidad con el derecho internacional y el mandato de autodefensa de Naciones Unidas. Turquía ha sufrido varios ataques terroristas este año y considera como autores a Daesh —organización terrorista proscrita en Rusia y otros países— y el PKK —Partido de los Trabajadores del Kurdistán—.
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Mientras tanto, las autoridades de Estados Unidos no hicieron ningún comentario respecto a la escalada de combates entre las partes, ambas aliadas de EEUU.
"No está claro qué papel, si lo hay, desempeñó la coalición liderada por EEUU —de la que Turquía es miembro— contra el Estado Islámico en la campaña aérea durante el fin de semana pasado", afirma Coker.
EEUU también apoyó la operación turca puesta en marcha la semana pasada con los combatientes árabes sirios, que son enemigos de las YPG. El objetivo inicial de la iniciativa era 'limpiar' Yarablus, a lo largo de la frontera entre Siria y Turquía, de las posiciones de Daesh.
Habida cuenta de que otra fuerza militar importante está presente en Siria para llevar a cabo una operación centrada, sobre todo, en su propio interés, y solo en segundo lugar, en la lucha contra el terrorismo, la pregunta es si ese delicado equilibrio puede mantenerse o si la confusión sobre el enemigo real que cada parte está combatiendo convertirá el caos en una tragedia.