La gasolinera del barrio de Tijuca, muy cerca del parque olímpico, saltó a la fama porque en un principio los nadadores aseguraron que habían sido atracados a punta de pistola cuando volvían en taxi a la Villa Olímpica.

En realidad pararon en esta estación de servicio, donde orinaron fuera de los baños y rompieron algunos carteles, hasta el punto de que tuvieron que ser retenidos por los trabajadores del establecimiento.
El dueño de la agencia de turismo, Luiz Renato Malcher, asegura que la visita a la gasolinera es muy corta, pero que despierta mucho interés: "El incidente ya forma parte de la historia de los Estados Unidos y ha provocado titulares en la prensa, la gente está interesada", decía en declaraciones al portal de noticias G1.
Al margen de este tour guiado, que cuesta unos 160 dólares por un día completo visitando la ciudad, son muchos los que se acercan por su propio pie a la gasolinera, para sorpresa de su propietario desde hace 10 años, Marcelo, que aunque no esconde su sorpresa por el fenómeno está satisfecho por el aumento de clientes en la tienda del local.
Su compañero James Feigen, que también dijo en su primera versión de los hechos que había sido atracado, ya llegó a un acuerdo con la Justicia y tras pagar una multa pudo volver a Estados Unidos sin cargos.
Los otros dos nadadores, Gunnar Bentz y Jack Conger, nunca llegaron a asegurar de forma tajante que fueron atracados, por lo que tras prestar declaración la Policía les dejó en libertad.