Según el estudio, los afroamericanos constituyen el 38% de los que recibieron las nalgadas —azotes—, palmadas, golpes u otras formas de agresión, a pesar de representar solo el 22% de los que asisten a las escuelas donde se practica.
"He utilizado la bofetada [instrumento de castigo físico aplicado en algunas escuelas] durante mucho tiempo y nadie me ha ofrecido ningún tipo de información de cómo usarla. Me lo habían hecho a mí, y así me daba cuenta de que yo iba a tener que hacerlo también. Aprendí observando", dijo Daryl Scoggin, superintendente de un distrito escolar de Mississippi.
Además, el Departamento de Educación de EEUU no dispone de una política común que prohíba el uso de la disciplina física en los centros escolares. De esta manera, cada estado elabora sus propias normas legislativas respecto al asunto. Sin embargo, el Gobierno federal, a través de su iniciativa 'RePiensa Disciplina' —ReThink Discipline, en inglés—, sigue alentando a los colegios a que hagan más hincapié en la seguridad en sus prácticas disciplinarias.
"Creemos firmemente que los estados son capaces de cambiar la situación. Nos damos cuenta de que el uso del castigo corporal está entrelazado con tales factores como la raza o la condición de discapacidad del niño", afirmó la subsecretaria del Departamento de Educación de EEUU, Tanya Clay House.