Sin embargo, el conflicto de 2008 en Georgia y particularmente los trágicos sucesos en Ucrania en 2014 reavivaron esta profesión casi obsoleta, reiniciando el siglo 'dorado' para los especialistas en el tema de Rusia.
Según el autor del artículo, para ser un 'kremlinólogo' no se requieren características específicas, basta solo con saber ruso y criticar al presidente Vladímir Putin.
El texto pone como ejemplo a Polonia y la OTAN, los cuales asignan grandes sumas para la revista New Eastern Europe, donde periódicamente se publican artículos de los famosos críticos.
No obstante, hay países que no esconden el real objetivo de sus gastos. Así, el Ministerio de Exteriores de los Países Bajos ha asignado al menos 294.000 euros para mantener la página web 'La ventana a Rusia' (Raam op Rusland). A todas las acusaciones de malgasto de los fondos públicos, los fundadores del sitio contestan a los diputados descontentos que no se trata de un proyecto periodístico, sino de "una plataforma para debates". Sin embargo, el autor recalca que en esta plataforma los 'expertos' no escatiman esfuerzos en criticar a Rusia.
"Todos estos numerosos proyectos son solo la punta del iceberg de la propaganda antirrusa, cuyo principal objetivo es alimentar y financiar una multitud de expertos, especializados en la crítica al Kremlin", afirma.
Otro ejemplo más evidente es el del vice redactor jefe de la revista The Economist, quien confesó en un libro que él se encargaba de fabricar y difundir 'los fakes' (historias falsas) sobre Rusia.