“América debe escribir las reglas. América debe mandar”, dijo hace un tiempo Barack Obama. Pero China está vapuleando su deseo, y para peor, tiene al enemigo en casa: Hillary Clinton y Dondald Trump prometen tumbar su sueño.
La RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership) es el arma de China para contrarrestar al TPP (Trans-Pacific Partnership), el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica que lidera EEUU en la región Asia Pacífico.
El profesor de Economía Política de la Universidad del País Vasco, Joaquín Arriola, marcó las diferencias entre ambos tratados. “La filosofía sobre la que se asienta el TPP es que a través del libre comercio es como se consigue el mayor desarrollo de las naciones. No obstante, la experiencia histórica es que las naciones se han desarrollado primero protegiendo su propio territorio de la competencia de países más potentes, y después sí, abriéndose al comercio internacional. Esta última es la filosofía más próxima al tratado que está proponiendo China. Por tanto, hay una cuestión de diseño del marco económico internacional que no coincide en un caso y otro”, señala el economista.
El experto de la Academia de las Ciencias de Rusia, Alexandr Salitsky, declaró a Sputnik que la ventaja fundamental de Pekín frente a Washington en el reparto del poder en la región es el hecho de que China no aspira a la hegemonía ni pone en cuestión la soberanía de los demás países, sino que “prefiere el papel de líder”.
En este sentido, Joaquín Arriola opina que China no aspira a convertir a los demás países de la región en satélites, a diferencia de cómo se ha desarrollado a lo largo de más de 50 años la relación de EEUU con América Central y América del Sur.
“China está pensando sobre todo en el Atlántico, y la distancia que le separa de él. Por lo tanto, su idea es que hay que hacer un desarrollo de infraestructuras que permita conectar China con Europa, la costa Este de EEUU y con Brasil fundamentalmente. Por ello, no es tanto una propuesta de neocolonialismo a través del comercio, como fue tan corriente con América Latina o en África en la segunda mitad del siglo XX, sino que es de otro tipo, por lo cual es de un interés mayor para los países socios”, apunta el economista.
El TPP está firmado pero no está ratificado por varios países miembro, entre ellos, EEUU. Y por si fuera poco, quienes intentan asaltar el Despacho Oval, Hillary Clinton y Donald Trump, se han despachado en contra el tratado.
"Tengo un objetivo fundamental, quiero que los trabajos y la riqueza se queden en EU", enfatizó Trump en un discurso en el que insistió en su intención de sacar al país del TPP.
Días después, Clinton lanzó la piedra desde la localidad de Warren, a las afueras de Detroit. Allí prometió detener "cualquier acuerdo comercial que destruya trabajos y rebaje los salarios, incluido el TPP". Aunque en su caso, estas palabras son tomadas con pinzas por los electores, quienes piensan que una vez en el poder, Clinton cambiará su postura.
“América debe escribir las reglas. América debe mandar”. Una frase que queda cada vez más lejos.