Los investigadores sostienen que las peculiares moléculas de la fruta son capaces de transformarse bajo la influencia de la flora intestinal en la sustancia química Urolithin A. Este agente protege a las células de los cambios que van en paralelo a la edad.
Según el estudio, con el tiempo, las mitocondrias —orgánulos que proveen de energía a las células— pasan a ser más susceptibles a las alteraciones. De ese modo, las mitocondrias perjudicadas se acumulan en las células, empeorando su funcionamiento.
Para comprobar su teoría, los investigadores alimentaron a los nemátodos Caenorhabditis elegans con esta sustancia química y descubrieron que la esperanza de vida de los gusanos se incrementó en un 45%.
Además, un experimento análogo en ratones ha revelado que Urolithin A disminuyó el número de mitocondrias deficientes en las células musculares de los roedores tanto como aumentó el aguante de las especies más envejecidas en la cinta de correr.