"Aparte de algunos muros visibles, se refuerzan también los invisibles, que tienden a dividir este continente. Muros que se alzan en los corazones de las personas. Muros hechos de miedo y de agresividad, de falta de comprensión hacia las personas de distintos orígenes o convicciones religiosas. Muros de egoísmo político y económico, sin respeto a la vida y a la dignidad de cada persona", dijo en un comunicado publicado en la web de la Santa Sede.
"Si reconocemos estas problemáticas epocales, debemos tener el valor de decir: ¡necesitamos un cambio!", resaltó.
Subrayó que Europa debería preguntarse si su inmenso patrimonio pertenece a un museo o todavía es capaz de "inspirar la cultura y donar sus tesoros a toda la humanidad".
"Si toda Europa quiere ser una familia de pueblos: que vuelva a poner en el centro a la persona humana, que sea un continente abierto y acogedor, que siga realizando formas de cooperación no sólo económica sino también social y cultural", concluyó.