Corea del Norte lanzó esta semana dos misiles de medio alcance Musudan, con una autonomía de vuelo de hasta 4.000 kilómetros que bastarían para alcanzar Corea del Sur, Japón y las bases estadounidenses en el Pacífico.
"Hemos estudiado el lanzamiento y parece que el segundo fue exitoso, aunque no en la trayectoria con la que un misil debería volar. Un misil con un rango de 3.000 kilómetros debería alcanzar una altitud máxima de 500 o 600 kilómetros. En este caso describió una trayectoria muy elevada que alcanzó los 1.400 kilómetros de alto pero sólo 400 kilómetros de distancia", señala por email David Wright, experto nuclear y codirector de la Unión de Científicos Concienciados.
El misil, opina Wright, no pareció mostrar malfunciones durante el vuelo pero "aún deja cuestiones sin aclarar sobre cómo funcionará en una trayectoria normal".
La febril actividad misilística de Corea del Norte va a contrapelo de la práctica habitual, que aconseja el estudio de las causas del fracaso durante meses o años hasta identificarlas y resolverlas.
"No es habitual a menos que el fallo haya sido identificado como algo que puede ser resuelto rápidamente", confirma Wright.
La comunidad internacional mantiene las dudas del significado del último misil, si se trata de un golpe afortunado o si demuestra que Corea del Norte ya domina la técnica.
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Para Wright, la cuestión radica en averiguar lo ocurrido con el quinto misil, lanzado el mismo día y calificado como fracaso al hacerse pedazos tras volar 150 kilómetros.
"No sabemos si se debió a un fallo o si Corea del Norte lo liquidó voluntariamente en ese punto. Si el quinto ensayo fue un fracaso, ellos no tienen ninguna confianza en que el séptimo funcione. Pero si el quinto y el sexto funcionaron, pueden tenerla", concluye.