51 años después, durante la 46ª Asamblea General de la OEA, se aprobó una declaración de desagravio a la República Dominicana por el papel que desempeñó el organismo durante la invasión militar estadounidense de 1965. La declaración lamenta la pérdida de vidas humanas y expresa las condolencias de la organización al pueblo dominicano, lo desagravia por las acciones de abril de 1965 y reafirma los principios del derecho internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de la Carta de la OEA.
En un contexto de Guerra Fría, corría por el ideario de los dirigentes estadounidenses que en su patio trasero no había lugar para otra Cuba, donde en 1959, al mando de Fidel Castro, había sido derrocado el dictador Fulgencio Batista.
Para Washington, esa experiencia había sido lo suficientemente traumática. En 1965, la República Dominicana se encontraba sumida en una guerra civil entre los constitucionalistas, que querían devolver al poder a Juan Bosch, depuesto dos años y medio atrás, y los lealistas, que se oponían. El 29 de abril, con el pretexto de proteger vidas extranjeras en el país, Estados Unidos invadió Santo Domingo. La intervención se prolongó hasta septiembre del año siguiente. Se estima que esta misión, apoyada por la OEA, costó la vida a unos 10.000 dominicanos, en su mayoría civiles.
Aseguró además que estos acontecimientos crearon un fuerte sentimiento antiestadounidense y anti-OEA en la opinión pública del país, pero que, con el paso del tiempo, los vínculos se fueron regenerando. "Hay que entender que la Guerra Fría quedó atrás y hasta el propio presidente Obama ha restablecido relaciones diplomáticas con Cuba. De modo que ahora estamos en un entorno con retos muy distintos a los de aquel difícil año de 1965", concluyó.