El iridio está disponible de manera comercial y tiene la capacidad de debilitar los enlaces de la estructura molecular del polietileno acelerando su descomposición y transformándolo en un producto líquido.
"Los productos —combustibles— creados por la reacción con el iridio son mucho más limpios que los obtenidos por los métodos tradicionales", detalla Huang.
Por el momento, los investigadores enfrentan dos desafíos: convertir grandes cantidades de polietileno en combustible líquido y reemplazar el iridio —un metal raro y precioso— para abaratar los costos, lo que puede resultar en un problema debido a las características específicas de los catalizadores metálicos.
Actualmente, el proceso funciona bien si el iridio se encuentra en una proporción de 30 a 1 —30 partes de plástico por una parte de catalizador— pero no es suficiente para lanzar la fabricación a nivel industrial.
"Creemos que el futuro potencial está aquí, siempre y cuando podamos mejorar la eficiencia y reducir el costo del iridio", comenta Huang.
Se estima que cada año se producen cerca de 90 toneladas de polietileno que se usa en la fabricación de bolsas de plástico, envases y láminas que después son desechados generando enormes cantidades de basura que tarda centenares de años en degradarse.