Se trata de movilizar a unos 4.000 soldados procedentes de los ejércitos de Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, y situarles en el frente oriental europeo para frenar una "posible" ofensiva de las tropas rusas. Este nuevo contingente formará parte de una fuerza de "disuasión" en rotación y con el equipamiento almacenado que estará lista para dar una respuesta rápida en caso de ataque. Esta fuerza incluye unidades aéreas, navales y de operaciones especiales que llegarán a los 40.000 hombres.
El cuarto batallón todavía no tiene patrón, y quizás vaya a parar a manos de Canadá, porque Francia e Italia han declinado la oferta. Este rechazo saca a flote una vez más la diferencia de posiciones en el seno de la organización atlántica. Algunos aliados como Francia consideran que el foco debería mirar más hacia el sur, donde radica la amenaza yihadista, y menos hacia el este.
Pero el nacimiento de estos cuatro batallones constituye una flagrante violación del Acta Fundacional sobre las Relaciones, la Cooperación y la Seguridad Mutuas entre la OTAN y la Federación de Rusia. Este documento, firmado en París el 27 de mayo de 1997, constituye la base formal sobre la que se asientan los vínculos entre ambas entidades.
En el capítulo de las cuestiones político-militares, la Alianza Atlántica se comprometía a cumplir "su misión de defensa colectiva y sus otras misiones asegurando garantizar la interoperabilidad, la integración y la capacidad de refuerzo necesarias en lugar de recurrir a un estacionamiento permanente suplementario de importantes fuerzas de combate". La OTAN se olvida de lo suscrito, y está decidida a trasladar más tropas hacia Europa Oriental, circunstancia que no contribuye precisamente a mejorar la atmósfera de confianza y seguridad en el Viejo Continente.
Hace muy pocos días, la canciller alemana, Angela Merkel, recordaba la importancia de esta Acta Fundacional, y afirmaba que Alemania no tiene pensado "violar" su contenido. Sus declaraciones, sin embargo, suenan contradictorias pues previsiblemente la Bundeswehr aportará efectivos en Lituania.
El asunto de los cuatro batallones no es el único que subyace en este ambiente cargado de recelo y sospecha. A la polémica se suma la realización de unas imponentes maniobras militares en Polonia. Los juegos de guerra de la Alianza, bautizados Anakonda 2016, se celebran del 7 al 17 de junio y son los mayores desde el fin de la Guerra Fría, pues movilizan a 31.000 soldados —entre ellos 14.000 estadounidenses y 12.000 polacos— y a miles de vehículos de 24 países por tierra, mar y aire. Se espera que no haya ningún contratiempo que pueda ser interpretado por los rusos como una acción ofensiva.
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Lo mejor sería calmar los ánimos y minimizar las demostraciones de fuerza que sólo consiguen elevar el riesgo de choques y de cruces de declaraciones.
Por eso significa un soplo de aire fresco la primera reunión en dos años del Consejo OTAN-Rusia mantenida el 20 de abril en Bruselas. Aunque no se produjeron avances relevantes para rebajar la delicada tensión bilateral, el mismo hecho de que se celebrara la cita ya supone un elemento positivo y favorable. Continúan las "profundas divergencias" sobre Ucrania, pero el encuentro fue calificado de "franco y serio" por el secretario general de la Alianza, el noruego Jan Stoltenberg.
Aunque el Consejo OTAN-Rusia no fue formalmente suspendido, lo que dejaba abierta la puerta a discusiones políticas entre embajadores, los diplomáticos no se habían visto desde hace casi dos años, ni incluso se habían puesto de acuerdo para reunirse.
Lo deseable es que este tipo de contactos políticos se repitan en el futuro y se encuentren áreas de colaboración e interés mutuos entre la Federación de Rusia y la Alianza Atlántica como, por ejemplo, la lucha antiterrorista en Afganistán, e incluso la guerra civil en Siria y en Libia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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