En la 'investigación', los autores han elaborado la imagen de un burdel del futuro basada en el establecimiento Yub-Yum —un prostíbulo considerado uno de los más exclusivos de Ámsterdam hasta su cierre en 2008—.
La entrada en el "templo del sexo" del futuro sería cara, según los autores del estudio, y un servicio con "todo incluido" tendría un coste de 10.000 dólares. Este burdel futurista ofrecería una "gama completa de servicios sexuales" que iría desde bailes eróticos y masajes hasta otros tipos de servicio.
Todos los robots "contratados" estarán "hechos de fibra resistente a las bacterias y de fácil limpieza para que los clientes no se arriesguen a contraer ninguna enfermedad", por lo tanto, se garantizará que "las infecciones de transmisión sexual no sean transferidas entre los consumidores".
Los científicos creen que un burdel de robots sexuales podría reducir drásticamente la propagación de enfermedades de transmisión sexual y el tráfico de personas. Además, la contratación de este tipo de servicios no producirá sentimiento de culpa debido a que los clientes no tendrán relaciones sexuales con personas reales.
"Los trabajadores sexuales humanos saldrán fuera del negocio, incapaces de competir en precio y calidad de servicio", afirman los científicos.
Sin embargo, ya hay personas que no comparten la idea de que los "robots prostitutas" serán buenos para la sociedad.
"Creo que la creación de este tipo de robots perjudicará las relaciones entre hombres y mujeres, adultos y niños, hombres y hombres, y mujeres y mujeres", advierte Kathleen Richardson, una investigadora de la Universidad de Montfort en Leicester, argumentando que deberían prohibirse, según declaraciones recogidas por The Sun.