Anteriormente los líderes del G7, reunidos en Japón, declararon que las sanciones impuestas a Rusia se prolongarán hasta el total cumplimiento de los acuerdos de Minsk y aseguraron que podrían endurecerse en caso de necesidad.
"La declaración sobre las sanciones deja ver una postura de rechazo hacia Ucrania, con llamados directos a superar la corrupción, algo inusual en documentos de semejante rango (…), pero no contiene nada nuevo, nadie esperaba que las sanciones se suspendieran antes de que lo exigieran los hechos", señaló Karagánov.
Para el experto, la postura ante las sanciones resulta actualmente un elemento de unión para la UE, desgarrada por contradicciones internas.
"Se trata de un elemento positivo, pues resulta una renuncia evidente a la imposición del carácter universal de los valores occidentales que antes promovían y a la idea de que todo debe ocurrir como en Occidente", destacó.
Las relaciones entre Rusia y Occidente se deterioraron a raíz de la crisis ucraniana y particularmente tras la adhesión de la península de Crimea a Rusia.
EEUU, la UE y otros países occidentales aprobaron varios paquetes de sanciones contra ciudadanos, empresas y sectores enteros de la economía rusa, a lo que Moscú respondió con un veto agroalimentario.
En junio de 2015 en respuesta a la prórroga de las sanciones Rusia prolongó su embargo por otro año más, hasta el 5 de agosto de 2016.