El joven canadiense, amante de todo lo relacionado con la civilización maya, empezó su investigación tras percatarse de una situación poco normal. “Yo no comprendía por qué los mayas habían construido sus ciudades lejos de los ríos, en terrenos poco fértiles, en la mitad de las montañas”, ha relatado el joven al periódico Le Journal de Montreal.
Fue entonces cuando el joven descubrió que una de las constelaciones, la número 23, no correspondía a ninguna ciudad maya, o al menos a ninguna ciudad ya descubierta. Según los cálculos realizados por el joven, de ser cierta su hipótesis, debía existir una ciudad desconocida en la Península del Yucatán.
El joven acudió con su idea a las agencias espaciales que por medio de imágenes satelitales comprobaron que, efectivamente, existen indicios de una ciudad en la zona señalada por Gadoury. “Se pueden distinguir formas geométricas, cuadradas y rectangulares en las imágenes, y es difícil creer que se deba a fenómenos naturales”, ha declarado Armand LaRocque, profesor de la Universidad de Nouveau-Brunswick, a Le Journal de Montreal.
El joven ha bautizado la nueva ciudad con la palabra maya k'aak' chi', es decir 'boca de fuego', y espera con ansias poder participar en la expedición arqueológica que será enviada a explorar esta nueva ciudad, que se encuentra en una zona de difícil acceso. “Sería la mejor forma de culminar tres años de trabajo, además de cumplir el sueño de toda mi vida”.
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