México no es el Pueblo Elegido ni su presidente, Enrique Peña Nieto, el profeta que lo ha de salvar de la esclavitud de los estupefacientes. No obstante ello, el pasado martes 19 de abril, cual Moisés contemporáneo, Peña Nieto, dio a conocer los "diez mandamientos" que fijan la postura del país en torno a la problemática de las drogas durante de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS, por sus siglas en inglés).
Ironía aparte, de los diez puntos que vertebran la posición mexicana sobre el tema hay uno que merece especial atención por su impacto en la sociedad, aquel que se refiere al consumo de drogas por parte de niños y adolescentes y el eventual corolario de ello: que el consumidor infantil de hoy devenga en el adolescente narcomenudista que engendra al narcotraficante de mañana.
Lea también: México ya es el principal proveedor de heroína a EEUU
De ahí que el estado mexicano deba asumir sin demoras la política de "equilibrio entre acciones de control de la oferta y la demanda" del mercado de las drogas para proteger a niños y jóvenes contra el consumo irresponsable y contra la violencia que engendra la ilegalidad de su producción, distribución y consumo. Dejarle el mercado de las drogas al crimen organizado ha sido una estrategia desacertada que ha incrementado el consumo y la violencia. El consumo por la tentación de lo prohibido, la violencia porque solo mediante ella los mercados ilegales garantizan su sostenimiento. Las cifras no mienten: el narcomenudeo provoca de 8 mil a 10 mil muertes por año; incluso hay entidades federativas en México en las que más del 80 por ciento de los homicidios se dan por razones vinculadas al narcomenudeo e involucra a jóvenes que no han tenido otras circunstancias en su vida y ven en ese mundo una forma de sobrevivencia.
En la estrategia mexicana contra las drogas, la deuda será siempre concerniente a la despenalización de su consumo. Y no sólo porque según diferentes encuestas los mexicanos se muestran reacios a la legalización del uso recreativo de la marihuana, lo que consideran la puerta hacia la posible legalización de otras drogas más adictivas; lo será también porque es una verdad de Pero Grullo —aunque nadie lo reconozca explícitamente— que ningún presidente de México se atreverá a legalizar droga alguna mientras dure su sexenio. A lo sumo admitirá que se debata el tema. Incomodar a Estados Unidos pesa más que abanderar una propuesta que eventualmente podría cambiar el rostro de la violencia en el país.
Lea también: El papa señala al narcotráfico como un 'desafío' para México
"Como presidente de México, en esta sesión especial doy voz a quienes ahí expresaron la necesidad de actualizar el marco normativo, para autorizar el uso de la marihuana con fines médicos y científicos", destacó en ese sentido Peña Nieto en la ONU, este Moisés contemporáneo cuyos "diez mandamientos" para acabar con la problemática de las drogas correrán pareja suerte, mucho me temo, que su decálogo para para fortalecer el Estado de Derecho a raíz de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa o aquel otro que presentara cuando apenas si era candidato a "la silla del águila" para lograr "una presidencia democrática, ganar el futuro y no reinstaurar pasados superados", es decir, palabras que suenan convincentes y hermosas pero que se diluyen en la nada al ser incapaces de transformarse en hechos.
El decálogo de Enrique Peña Nieto
1. "En un mundo globalizado, las drogas son también un asunto globalizado, que incumbe a todas las naciones".
2. "Es necesario reforzar el frente común ante la delincuencia organizada transnacional, para cerrar espacios a sus operaciones financieras y delitos conexos".
3. "Mayor coordinación y colaboración entre las propias agencias especializadas del Sistema de las Naciones Unidas, con el fin de abordar todos los aspectos del problema mundial de las drogas".
4. "Las políticas públicas y acciones derivadas de la política internacional sobre las drogas deben de estar alineadas con los esfuerzos en favor del desarrollo sostenible de la Agenda 2030".
5. "Se deben atender los daños sociales relacionados con el mercado ilícito de drogas. Para aquellas comunidades vulneradas por el crimen organizado, se necesita una prevención integral de la violencia, de la exclusión y del debilitamiento del tejido social".
6. "Ante las limitaciones del paradigma prohibicionista, se debe atender el tema mundial de las drogas desde la perspectiva de los derechos humanos"".
7. "El consumo de drogas debe atenderse esencialmente como un problema de salud pública".
8. "En los delitos relacionados con las drogas se deben privilegiar penas proporcionales y alternativas al encarcelamiento, que incorporen también una perspectiva de género".
9. "Se deben sumar esfuerzos internacionales para prevenir el consumo de drogas, mediante una campaña orientada a niños y jóvenes a nivel global".
10. "Se debe asegurar la disponibilidad y un mejor acceso de las sustancias controladas para fines médicos y científicos, evitando, al mismo tiempo, su desviación, uso indebido y tráfico".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK