BUENOS AIRES (Sputnik) — "El Estado argentino, en lo que respecta a la salud de los veteranos de guerra y a su condición, está absolutamente ausente", dijo el veterano civil José Parada.
Argentina reclama la soberanía de las islas desde 1833, cuando Reino Unido ocupó el archipiélago.
El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar (1976-1983) intentó recuperarlas por la fuerza; Gran Bretaña contraatacó, apoyada por la OTAN y Estados Unidos.
El conflicto culminó dos meses y medio después, cuando el 14 de junio Argentina firmó la rendición.
Parada, de nacionalidad española, es el secretario del Centro de Civiles Veteranos de Guerra "Operativo Malvinas".
Trabajaba en la marina mercante cuando estalló el conflicto y el Gobierno militar del general Leopoldo Galtieri tomó la flota como auxiliar de apoyo de las Fuerzas Armadas.
"Todos los tripulantes que conozco, aun siendo civiles, decidimos ir", rememoró Parada.
De la veintena de buques mercantes que fueron designados a tareas de apoyo, tres fueron hundidos. En cada uno había unas 30 personas.
"Ninguno de nosotros pensó que íbamos a tener muertos", reflexionó el veterano.
En la guerra murieron 649 argentinos, entre ellos 18 civiles, dos de ellos españoles.
En total, 1.600 civiles fueron a Malvinas, además de los entre 12.000 y 15.000 soldados desplegados por las Fuerzas Armadas.
Uno de ellos es Carlos Jorge Sini, quien tenía 18 años y era cabo segundo cuando desembarcó en el archipiélago como jefe de un grupo de tiradores.
"Mi misión era formar parte de la defensa de la isla", contó Sini a Sputnik Nóvosti.
Sini permaneció en la isla desde el 5 de abril hasta el final de la guerra.
Entonces "caí como prisionero de los ingleses durante dos semanas, porque estaba herido".
El trato que recibió de los británicos fue "excelente, con mayúsculas", aseguró.
Sociedad distante
Aunque la población argentina apoyó de manera importante la operación bélica en Malvinas, la acogida que recibieron los combatientes derrotados no fue igual de entusiasta.
La sociedad argentina en 1982 "no quería saber nada de nosotros porque habíamos perdido", rechazo que impactó profundamente entre los soldados.
"Fue peor el reingreso a nuestra sociedad que lo que ocurrió en el campo de batalla", afirmó Sini.
El veterano continuó su carrera militar hasta retirarse hace dos años como suboficial mayor de la Marina, pero la mayoría de sus compañeros intentaron sin éxito reinsertarse en una sociedad que se resistía a ofrecerles una oportunidad laboral "porque decían que estaban locos", aseguró.
Parada también tiene claro que la ciudadanía les dio la espalda.
"Nos quisieron pegar con la dictadura, y realmente ninguno de los que fuimos a Malvinas fue a defender a ningún militar, solo a cumplir con un mandato constitucional", afirmó.
Sini matiza, no obstante, que "en lo últimos cinco años la sociedad empezó a ver de manera distinta a los veteranos, pero el reconocimiento no es abierto, hay un resquemor por ser un Gobierno militar el que nos llevó a la guerra", aclaró.
Desmalvinización
El militar retirado coincide con Parada en que la mayor carencia de los veteranos es la falta de reconocimiento estatal que les ofrezca un plan de salud acorde para ellos y sus familias. El soldado más joven de cuantos participaron en la guerra tiene hoy casi 53 años, puntualizó.
"Muchos veteranos son lisiados, no pueden trabajar, por no hablar de las secuelas psicológicas", advirtió.
El civil y el militar retirado fueron más allá, y afirmaron que más veteranos se han suicidado desde 1982 que los que murieron en el conflicto.
"Eso tiene una razón de ser", subrayó Parada.
Ignorados por los distintos Gobiernos, los veteranos padecen por "un Estado prescindente, que no ha entendido que hay un estrés postraumático que había que cuidar", añadió.
Los veteranos no reciben atención especial para tratar las secuelas de la guerra, por lo que acceden como cualquier otro jubilado a la cobertura de salud del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, comúnmente llamado PAMI.
"Pero en este momento no funciona, el servicio se cae, o se corta, así que en la práctica no existen lugares físicos donde los veteranos de guerra puedan ser atendidos", señaló Parada.
Esa actitud de abandono y de ocultamiento de lo que pasó tiene un nombre entre los veteranos: "desmalvinización".
Como secretario del Centro de Civiles, el español ha visto que la mayor parte de los excombatientes sufren problemas de salud, adicciones y violencia familiar.