Las tensiones actuales entre Rusia y Occidente tal vez no sean una guerra fría, pero están caracterizadas por la misma falta de voluntad para escuchar los argumentos de la otra parte, o para siquiera reconocer la existencia de estos argumentos, opina el experto en Rusia y profesor del Centro de Asuntos Globales de la Universidad de Nueva York, Mark Galeotti, en su artículo para The Guardian.
Occidente tiene un problema más sutil pero más grave en ciertos aspectos, viendo "las maquinaciones malevolentes de Rusia" en todos los sucesos desfavorables para ellos, dice el experto. La tendencia más reciente —la de la "conversión en armas" ("weaponisation", en inglés)— casi se convierte en un meme. Según esto, el Kremlin deliberadamente convierte todo en armas para oponerse a Occidente, desde el flujo de refugiados hasta el fortalecimiento de los movimientos de derecha que ganan terreno en Europa, cuenta Galeotti.
Este método de pensar perjudica al mismo Occidente, ya que favorece a un análisis superficial. Es fácil explicar todo por las "malevolencias" del Kremlin sin tener en cuenta las causas y las consecuencias reales, advierte el autor.
La situación actual "favorece solo a los propagandistas y productores de armas", dice el experto. El problema radica en el deseo de ambas partes de imponer sus opiniones en vez de buscar compromisos, pero para Occidente abandonar la trampa de demonizar a Rusia significa, sobre todo, la posibilidad de un análisis más mesurado, y con esto hacer una mejor política, concluye el autor.