Según el acuerdo preliminar alcanzado en la “cumbre” del 7 de marzo, todos los refugiados que lleguen a las islas griegas procedentes de Turquía serán devueltos a ese país, que les acogerá en campos ad hoc. Los aspirantes a viajar a Europa deberán pedir visado de manera individual y esperar el resultado. Por cada persona devuelta a Turquía, un refugiado será admitido en la UE.
La “solución” ideada por la jefa del Gobierno alemán, Angela Merkel, con la complicidad del primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, tiene un precio: Turquía recibirá 3 mil millones de euros además de los 3 mil millones ya acordados en noviembre por anclar en su territorio a los migrantes. Además, Ankara exige visado europeo para todos sus ciudadanos y la aceleración de las negociaciones para integrarse a la Unión Europea. La propuesta debe ser definitivamente aprobada en la “cumbre” del 17 y 18 de este mes.
¿Cómo se ha llegado a este punto? Angela Merkel es considerada como la culpable de haber provocado el efecto que ha llevado a Europa a la crisis.
Su política de atraer a los refugiados levantó la ira de sus socios, que no compartían su visión idealista e ingenua. Los 28 nunca llegaron a seguir los planes de reparto de refugiados que Berlín proponía. Ciertos países, como Hungría, Polonia, República Checa o Eslovaquia dijeron claramente que no aceptaban el plan, haciendo valer su soberanía sobre el asunto.
La propia Alemania ha vivido las consecuencias de la entrada masiva y descontrolada de refugiados. Casi un millón de personas han cruzado sus fronteras en 2015. Más de 150 mil, según las autoridades policiales, están desaparecidos; se ha perdido la pista de más de 10 mil menores llegados sin familiares.
Tema: Flujo de refugiados en Europa
Las consecuencias políticas para el partido de Merkel, en el poder con la alianza de los socialdemócratas, la Unión Cristiana Demócrata (CDU), ponen en riesgo su estabilidad. A la derecha de la CDU ha crecido un nuevo partido nacionalista y antiinmigración, “Alternativa por Alemania” (AfD), al que los sondeos otorgan ya casi un 13 por ciento de apoyo ciudadano.
Merkel se la juega en tres elecciones regionales este mes. Y aunque ella asegure que la “solución turca” no tiene nada que ver con la cita electoral, está claro que se vio obligada a encontrar una salida de emergencia tras las críticas recibidas, incluso dentro de su partido y de sus aliados conservadores de Baviera, la Unión Cristiano Social (CSU).
A los peligros políticos internos, la canciller debe añadir la situación en Grecia. Después de haber estado batallando para exigir a Atenas el cumplimiento de las exigencias económicas fijadas por Berlín y Bruselas, Merkel no podía dejar que el plan de “saneamiento” de las finanzas griegas fuera anegado por la crisis que afronta el ejecutivo de Alexis Tsipras.
El cierre de “la ruta de los Balcanes” ha bloqueado en territorio griego a más de 30 mil personas. Atenas no puede asumir, sola y sin ayuda, el control y la ayuda a tal cantidad de aspirantes hacia el El Dorado que supone el norte de Europa y, en especial, Alemania.
Grecia: Angela ya no es como Hitler
En Grecia, Merkel ha pasado de estar disfrazada como Hitler en las pancartas callejeras, a devenir en la salvadora de la crisis de los refugiados en territorio heleno. Atenas va a recibir una ayuda extra de 700 millones de euros para hacer frente al problema.
Otros gobiernos han expresado ya diferentes críticas al proyecto turco-alemán. Así, Chipre insiste en su rechazo a una eventual integración de Turquía en la Unión Europea, algo a lo que muchos otros países de la UE se oponen, así como a la concesión de visados Schengen para los ciudadanos turcos: “No queremos sirios y nos envían turcos”, dicen.
Desde Roma se teme también que, cerrada la puerta griega, los traficantes de personas abran la vía albanesa hacia Italia. ¿Podrán ser deportados hacia Turquía también los retenidos en Italia?
La Unión Europea, la institución que mantenía una actitud más crítica hacia la deriva autoritaria de Erdogan, la supuesta autoridad moral que imparte lecciones de respeto a los derechos humanos al resto del mundo, cierra los ojos a la situación interna en Turquía para protegerse del vertiginoso aumento de las fuerzas populistas y nacionalistas ya que en muchos países europeos se está levantando la voz contra lo que consideran una “invasión de refugiados con una cultura diferente y no asimilable”.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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