RÍO DE JANEIRO (BRASIL) (Sputnik) — En entrevista con Sputnik Nóvosti, la portavoz de Sempreviva Organización Feminista (SOF), Maria Fernanda Marcelino, explicó que a pesar del enorme progresismo de la Ley María da Penha de 2005 o la Ley del Feminicidio de 2015, "Brasil necesita urgentemente sacar del papel su lucha por las mujeres" y "crear las condiciones sociales para que la igualdad y el respeto a la mujer sea un hecho".
"Brasil continua arrastrando una concepción muy conservadora de la mujer. La legalización del aborto continua siendo el gran tabú en la sociedad del país, una cuestión que atenta contra el derecho de la mujer de decidir sobre su propio cuerpo y el derecho a tener hijos", declaró la activista quien apuntó que las muertes por abortos clandestinos iguala a la violencia de género.
Según los datos de la Secretaría de Políticas para las Mujeres (SPM), al menos 4.762 mujeres fallecieron víctimas de la violencia de género en el año 2013, es decir, una media de 13 mujeres al día, mientras que un estudio de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ) apuntó que 865.000 mujeres realizaban abortos ilegales en el país cada año, es decir, miles fallecían en condiciones precarias mientras oficialmente el Ministerio de Salud solo recoge 250 víctimas anuales.
"Tenemos un problema enorme en el registro tanto de la violencia contra las mujeres como en las víctimas del aborto. El poder público no es capaz de registrar la situación real de las mujeres brasileñas, por lo que las estadísticas solo muestran la punta del iceberg del verdadero problema que enfrentamos", resumió la portavoz de SOF quien recordó que la situación de la violencia está "más allá de cualquier control".
Otro de los grandes problemas que enfrentan las mujeres brasileñas sería en el campo de los derechos laborales y, muy especialmente, en el acceso a la jubilación ya que "un gran porcentaje de las mujeres brasileñas no accede de manera formal al mercado laboral sino que desarrolla actividades poco remuneradas como el servicio doméstico que no son reconocidas por el sistema de pensiones".
"Hay que reconocer que los gobiernos del PT han contribuido enormemente para el arranque del feminismo en Brasil y algunas de sus leyes han sido fundamentales. Sin embargo, el problema de Brasil, insisto, no es un problema legal sino mental. Este es un país de doble moral en el que existe una hipersexualización de la mujer y se nutre del turismo sexual pero que impone la moral cristiana como dogma", concluyó.