La niñera uzbeka Gulchejra Bobokúlova, detenida en Moscú con la cabeza cortada de la niña que estaba a su cargo, afirmó en la corte haber "cumplido con la orden de Alá". Además, antes de la detención estaba gritando frases extremistas.
La Policía de Uzbekistán entregó a sus homólogos rusos datos sobre la afección mental que padece Bobokúlova. La mujer fue diagnosticada por esquizofrenia en 1999 y acudió al hospital en varias ocasiones para el tratamiento. Su marido de entonces decidió divorciarse al conocer el diagnóstico.
A pesar de esto, Bobokúlova trabajó con la familia de la niña cerca de dos años sin mostrar síntomas de agresión ni perturbación. Su crimen no fue "predecible" a base de su comportamiento previo.
Los investigadores rusos opinan que hay una figura de cómplice en el caso. Una persona desconocida podría haber incitado a Bobókulova a matar a la niña y quemar el apartamento, enmascarando sus acciones con la excusa de "extremismo religioso".
"Moscú es una gran megápolis, plurinacional y pluriconfesional y no se debe por ninguna razón relacionar el asesinato con una cuestión nacional", aconsejó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Peskov indicó que lo sucedido es "una tragedia atroz solo explicado desde el punto de vista de su inhumanidad y perturbación" algo que, enfatizó, establecerá la investigación.