En esta ocasión, el piloto francés Lionel Baud atropelló y mató al espectador Máximo Riso, de 63 años, en la etapa boliviana del Rally, a 62 kilómetros de la ciudad de Uyuni. Como si estuviera perseguido por la suerte, el francés abandonó la carrera, pero cuando se dirigía al puerto de Campana en la Argentina para volver a Francia, el camión en el que viajaba provocó otro choque en el se vieron involucrados cinco vehículos, dejando otra víctima fatal.
El Dakar está asociado con el riesgo y la muerte. Los pilotos de autos, motos y camiones, saben que en las rutas desérticas, en las altas montañas o en las peligrosas rectas, pueden encontrar el final de sus vidas, o provocar algún accidente con un desenlace fatal. Lo irónico es que, de los 64 muertos en la historia de la competencia, solo 26 fueron participantes, apenas un 40%. El resto fueron periodistas, asistentes, o público en general.
La prueba continuó casi dos décadas en África, pero desde que llegó a América del Sur, en 2009, todas las carreras tuvieron muertos. Ese año, el motociclista francés Pascal Terry fue hallado sin vida en un monte en el segundo día de competencia. Desde entonces, han fallecido 12 personas.