Lo único que superó a los innumerables actos vandálicos, en los que ya se ha identificado a muchos refugiados que están tramintando su asilo, fue el infame silencio guardado por los gobernantes y la prensa, y por el dolor impotente de las víctimas que veían una suerte de protección hacia los delincuentes.
"No hay ninguna prueba de que los agresores sean refugiados", fue la frase de cabecera a la que se agarraron como a un clavo ardiente la Policía y la Alcaldía de Colonia durante la primera semana de 2016.
Así y todo, las autoridades intentaron mantener el tipo… el tipo de ocultar la verdad. Recién el viernes 8 de enero, el Gobierno alemán confirmó que entre los delincuentes de Nochevieja había "algunos" solicitantes de asilo. Ese "algunos" es más de la mitad, pues de los 40 maleantes identificados por su nombre, 22 están en proceso de recibir asilo en Alemania, según el portavoz del Ministerio del Interior, Tobias Plate.
Según el testimonio de una de las víctimas, un delincuente la atacó al grito de "soy sirio, tenéis que tratarme bien, la señora Merkel me ha invitado". Pero pareciera que las autoridades alemanas quisieran entrar en un concurso con el eufemismo del delincuente: "Ambiente alegre. Las celebraciones discurrieron en su mayor parte pacíficas". Así describía la policía de Colonia, en su nota oficial del viernes 1 de enero, las violaciones, vejaciones, ataques y robos sufridos por mujeres frente a la estación de la ciudad, como si se hubiera tratado de una fiesta divertida y disfrutada por todos.
El Dr. Armando Fernández Steinko, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, opina que se trata de gente resentida que se cree con el derecho de ser recibida y aceptada de cualquier manera por considerar que Occidente es responsable del sino con el que cargan sus países y sus vidas.
El analista señala que esta es una dinámica muy peligrosa para Europa porque los países occidentales no reconocen su responsabilidad en el conflicto sirio. Así, estas personas arriban al viejo continente con la sensación de que Occidente es responsable de lo que ocurre en Siria, que está en deuda con ellos, y sus actos vandálicos representan una suerte de "justicia por sus propias manos".