Los precios del crudo retrocedieron en los mercados mundiales luego de que la OPEP anunció que mantendrá su producción, para defender su cuota de un mercado saturado por una sobreoferta en los flujos petroleros.
A principios de 2013, el petróleo de México logró un pico histórico de su precio, cuando se elevó a 110,42 dólares por barril, pero desde finales de 2014 comenzó a caer dramáticamente y desde entonces ha perdido más de 60 por ciento.
Los ingresos petroleros en el presupuesto federal de México llegaron a nutrirse de hasta 40 por ciento de los impuestos al crudo; pero en 2015 apenas rondan la mitad de ese monto (17 por ciento); y los recortes al gasto público han sido de unos 17.000 millones de dólares para 2016, de acuerdo con el Senado.
Varios países como Venezuela y Ecuador han llamado a bajar la producción para recuperar los precios; pero han recibido la respuesta de otros productores, como Rusia, de que esa estrategia no funcionaría, porque otros suministros de hidrocarburos llegarían a ocupar esas posiciones retiradas del mercado, mientras países como Irak e Irán están de regreso en los mercados.
El presupuesto de México fue reducido en 2015 unos 8.000 millones de dólares, de los cuales la petrolera estatal Pemex fue la más afectada con la mitad de ese recorte al gasto público, lo cual ha impactado sus finanzas, sus inversiones y su alicaída producción.
Una reforma constitucional ha abierto el antiguo monopolio de esa industria estatal a la inversión extranjera y privada, por primera vez desde 1938; sin embargo, el primer barril de crudo de los campos licitados este año recién será producido en 2018. El décimo productor mundial exporta la mitad del crudo, pero importa más de la mitad de gasolinas que consume.