En una reunión posterior al debate de cuatro horas en la Cámara de los Comunes, el 'gabinete' laborista demostró su gran fractura ideológica, con solo un puñado de miembros dispuesto a secundar la posición pacifista de su líder.
El responsable de Exteriores, Hilary Benn, reafirmó este viernes su opinión de que Reino Unido ha de contribuir a la campaña militar internacional en Siria.
"Hay una clara amenaza contra nuestros ciudadanos y nuestra nación… La primera responsabilidad como parlamentario es tomar las decisiones correctas para proteger la nación", declaró a la BBC.
La probable extensión de los ataques aéreos británicos más allá del actual campo de acción en Irak ha puesto en pie de guerra al movimiento laborista.
A su vez, el líder laborista pretende alcanzar una "decisión colectiva" de su equipo en un segunda reunión convocada pare el lunes 30.
Pero Corbyn se adelantó al encuentro remitiendo una carta a cada miembro de su grupo parlamentario declarando que "el primer ministro ha sido incapaz de explicar la contribución a un acuerdo político negociado sobre la guerra civil siria del adicional bombardeo de Reino Unido o su factible impacto en la amenaza de atentados terroristas".
"Por esta y otras razones no creo que la actual propuesta del primer ministro de ataques aéreos en Siria vaya a proteger nuestra seguridad y por tanto no puedo apoyarla", escribe el líder laborista.
Los diputados tomarán el pulso de la opinión de la ciudadanía en sus respectivos distritos electorales a lo largo del fin de semana.
Pero los seguidores de Corbyn, que lanzaron el colectivo Momentum tras su elección como líder, ya han entrado en acción.
La noche del mismo jueves enviaron correos electrónicos, a los que ha tenido acceso Sputnik Nóvosti, alertando que "derrotar al terrorismo requiere una estrategia más compleja que bombardear otro país musulmán".
Momentum incluye en su comunicación una carta de protesta para que sus seguidores la remitan con urgencia a sus representantes parlamentarios.
La guerra contra los yihadistas en Siria pone en peligro la autoridad o, incluso, la continuidad de Corbyn al frente del Partido Laborista de Reino Unido.