"Estamos en guerra". Esa era anoche la primera reacción de muchos franceses, ciudadanos anónimos, políticos o analistas. El presidente Hollande tampoco quiso rebajar el tono bélico en su primera aparición tras la matanza. Aseguró que el combate contra los terroristas será «despiadado». El problema para el primer mandatario es que las reacciones oficiales a las 17 víctimas del terrorismo en enero pasado fue parecida. "Francia está en guerra", ha vuelto a repetir esta mañana el dirigente francés.
A partir de hoy, las personas sospechosas de mantener conexiones con organizaciones terroristas podrán ser obligadas a permanecer en los lugares de residencia que les sean indicados.
Tras los atentados contra Charlie Hebdo, contra un supermercado judío en París y el asesinato de una policía municipal el pasado mes de enero, el ejecutivo de Manuel Valls aseguró que iba a aumentar las medidas de protección y de prevención. Entre ellas, el Gobierno obtuvo la aprobación de una ley que permite a la policía el uso de útiles tecnológicos acordes con los tiempos que corren, para el control de las comunicaciones de personas sospechosas.
A partir de hoy, el Ejército se desplegará en las calles, para reforzar a policías y gendarmes. Los soldados ya eran visibles desde antes de enero en estaciones de tren, aeropuertos y otros lugares públicos, como sinagogas o mezquitas. El aumento del presupuesto policial y del Ejército parece inevitable.
Este sábado las universidades y colegios permanecerán cerrados, no habrá excursiones escolares y las salas de fiesta u otros lugares de reunión no podrán abrir sus puertas.
Todo parece apuntar más hacia el recorte de garantías judiciales. Las organizaciones de defensa de los derechos que claman contra las leyes "liberticidas" lo van a tener más difícil tras la barbarie del viernes. Si el convencimiento de que Francia está en guerra se generaliza, una mayoría de la opinión pública apoyará el reforzamiento de este tipo de medidas.
Esa guerra de la que se habla, no es precisamente la guerra en Siria. Evidentemente, la implicación de Francia contra el autoproclamado Estado Islámico puede ser una de las posibles motivaciones de los terroristas, pero el islamismo radical no responde solo a la actualidad. Francia ha sido víctima de atentados antes de que su ejército se desplegara en África o en Oriente Próximo.
No se conoce todavía la identidad de los terroristas. Si se confirma que son ciudadanos franceses, otra polémica volverá a la escena. La que se centra en las razones de la contaminación de jóvenes franceses por el veneno yihadista. Hasta ahora, la izquierda francesa seguía explicándolo en buena parte por las « desigualdades del sistema». Si no cambia su discurso justificativo, dejará en manos de la derecha y la extrema derecha los votos de la indignación y de los partidarios de la mano dura.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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