"Que solo cuatro tengan el derecho y no así el resto de los mexicanos parece discriminatorio; el Gobierno está obligado a pensar en que el paradigma prohibicionista va a cambiar próximamente", dijo el exmandatario (2000-2006) en entrevista con la cadena nacional Radio Red.
La histórica decisión "abre el derecho a cada ciudadano, a sus propias conductas, donde el Estado no tiene derecho a intervenir salvo que se afecte a terceros", indicó el líder mexicano, en cuyo mandato se despenalizó el consumo de hasta 5 gramos de marihuana, pero no pudo ir más adelante, y el comercio y cultivo siguió penado.
El principal beneficio de la legalización es la libertad de actuar con responsabilidad por cada ciudadano, y "una reducción importante de la fortaleza de los cárteles", dijo el exmandatario, quien ahora defiende la legalización de la marihuana junto con los expresidentes de Chile, Ricardo Lagos, y de Brasil Fernando Henrique Cardoso.
Impulsado por algunos de sus excolaboradores de corte socialdemócrata, como el excanciller Jorge G. Castañeda –autor de libros sobre el fracaso de la guerra contra las drogas impulsada por EEUU–, Fox adoptó la agenda liberal en ese tema y ha expresado que está dispuesto a sembrar marihuana en su rancho del central Guanajuato, con fines medicinales.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, autorizó en un fallo histórico a cuatro personas para el autoconsumo lúdico de cannabis, que excluye cualquier posibilidad de venta o comercialización, para permitir "el libre desarrollo de la personalidad".
Una estratagema ingeniosa
Una de ellas es Josefina Ricaño Nava, fundadora de MUCD quien después del secuestro y asesinato de su hijo convocó a la primera marcha silenciosa y pacífica contra la inseguridad, logrando que 120.000 ciudadanos vestido de blanco salieran a la calle contra el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), quien declaró la "guerra contra el narco".
Primero, los cuatro formaron una asociación para "autoconsumo responsable y tolerante", acudieron a pedir permiso al Gobierno, a la Secretaría de Salud, sabedores que serían rechazados, por la fidelidad del presidente Peña con el paradigma punitivo.
Un magistrado de la Primera Sala, antiguo socio del constitucionalista asesor del organismo civil en sus años de litigante, aceptó el caso, hizo un proyecto de fallo a favor con inesperados argumentos liberales de DDHH.
Ese ardid que saltó al tope de la agenda pública en una semana, agarró mal parados a los prohibicionistas, que respaldados por EEUU –empeñado en su iniciativa Mérida antidrogas, para crear el tapón de la frontera sur mexicana– han cerrado con muchos candados las puertas del Congreso, el Gobierno y las Fuerzas Armadas a iniciativas de regularización del consumo de marihuana.
Tras una jornada en la que cientos de jóvenes fumaron la hierba frente al máximo tribunal ante policías desconcertados y la cámara de todo el mundo, ahora se espera una cascada de solicitudes de amparos, hasta que cinco fallos similares creen jurisprudencia y sea mandato obligatorio para todos los jueces.
"Como todos los fallos de la Suprema Corte de Justicia debe ser acatado por el Ejecutivo y por cualquier otra instancia, hay que conocer los alcances del fallo y, segundo, ir a un debate amplio, nacional, sobre el tema", dijo con la misma vaguedad que reaccionó Peña, quien se limita a enfatizar lo que todo el mundo sabe, que el fallo del máximo aún no es una legalización, apenas una fisura en el muro de la prohibición.