El Tribunal Superior de Inglaterra y Gales consideró en su sentencia que la aplicación digital de la empresa estadounidense no equivale ni funciona como un taxímetro.
"Es una buena noticia para los londinenses y una victoria para el sentido común", señaló a Sputnik Nóvosti Jo Bertram, directora de Uber para Reino Unido, Irlanda y los países nórdicos.
La autoridad del Transporte de Londres (TFL) apoyó a Uber en la reclamación judicial, que ha confirmado la legalidad de esta aplicación que permite a los usuarios registrados pedir un taxi desde teléfonos móviles inteligentes (smartphones).
Una definición de esta herramienta digital como similar a la de un taxímetro —el aparato que calcula el precio de la carrera de los taxis tradicionales– hubiera supuesto un serio contratiempo para los planes de expansión de Uber en Reino Unido.
Los taxímetros solo están permitidos en los taxis regulados en Londres, los típicos 'black cab'.
El juez Duncan Ouseley considera en su sentencia que la aplicación de Uber calcula las tarifas a través de señales de GPS y otros mecanismos tecnológicos, que los taxímetros no disponen.
"El Tribunal Superior ha fallado a favor de la nueva tecnología", celebró Bertram en declaraciones a esta agencia.
Uber ganó hoy una primera batalla pero el futuro de su negocio en la capital británica sigue incierto.
TFL, que depende de la Alcaldía de Londres, se propone actualizar la normativa sobre las dos categorías de taxis que operan en la actualidad: los 'black cab' y los 'mini-cabs'.
Los primeros u oficiales están sujetos a más estrictas regulaciones sobre el dominio de la ubicación de calles, edificios insignia y los recorridos más cortos o rápidos para llegar al destino indicado.
Además, los 'black cab' tienen las tarifas definidas por TFL y son los únicos con licencia para recoger clientes en las paradas oficiales o en la calle sin previa notificación.
Los servicios de vehículos privados o 'mini-cabs' no llevan taxímetro y gozan de amplia libertad para fijar precios, aunque solo pueden aceptar pasajeros que han llamado a la empresa respectiva.
El frágil equilibrio de fuerzas entre ambos tipos de taxis se ha fracturado desde la irrupción de la aplicación Uber, que pone en contacto directo al cliente con el conductor más cercano al punto de partida de un trayecto.
El alcalde de Londres, Boris Johnson, parece dispuesto a cortar las alas de Uber y de los 'mini cabs', obligando a sus conductores a dominar el inglés, conocer mejor las calles de la ciudad y limitando las posibilidades que ofrece la tecnología.
Bertram advirtió de que 130.000 personas han firmado una petición en contra de las restricciones propuestas para servicios de taxi con tecnología digital.
"Estas normativas burocráticas no mejorarán la carrera y están diseñadas para hacer frente a las preocupaciones de los conductores de 'black cab', que siente la presión de una creciente competencia", resaltó Bertram.
La responsable de Uber en Reino Unido propone "reducir las onerosas regulaciones" de los taxis tradicionales en vez de "incrementarlas para todos los demás".
La Alcaldía de Londres también quiere limitar la concesión de licencias a taxistas privados, que desde la aparición de Uber crecen a un ritmo en torno a los 13.000 por año, hasta un total de unos 86.500 contabilizados en el verano.
En cambio solo hay registrados 25.000 conductores de 'black cab', que realizan unos 70 millones de trayectos anuales, en su mayoría desde barrios céntricos de la capital británica.