Dijo Deaton una vez: 'La igualdad política, que es un requisito en el sistema democrático, está siempre bajo amenaza por la desigualdad económica, y mientras más extrema sea la desigualdad económica, más grande será la amenaza para la democracia'.
Ya por enero de 2012, Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, y María Otero, entonces Subsecretaria de Estado de EEUU para la Seguridad Civil, la Democracia y los Derechos Humanos, dijeron: 'La violencia y la desigualdad son causa y consecuencia de la pobreza, la inseguridad y el subdesarrollo, a la vez que limitan la democracia, la libertad y reducen la calidad de vida de los habitantes de América Latina y el Caribe'.
Pero el flagelo de la desigualdad ya está extendido en los países del primer mundo. Algo que preocupa a los mismísimos candidatos a la presidencia de EEUU. Así, en el primer debate entre los postulantes en la interna del Partido Demócrata, Hillary Clinton dijo: 'Haré todo lo posible por sanar las divisiones económicas, porque hay mucha desigualdad'.
Para el profesor de Economía Política de la Universidad del País Vasco, Joaquín Arriola, es curioso cómo en la década de 1990, en el análisis de los economistas, el tema de la desigualdad se centraba en los países en desarrollo, y 10 años después, comenzó a centrarse en los análisis de los países desarrollados.