El 11 de octubre, Bacilio Juracán, alcalde de Concepción, un pequeño pueblo de Guatemala, fue asesinado por una multitud que lo sacó a la fuerza de su casa, lo golpeó y le prendió fuego, en un fenómeno cada vez más recurrente en el país. Juracán, de 43 años, quien el pasado 6 de septiembre fue reelegido alcalde por tercera vez consecutiva, había ordenado ese día atacar a Lorenzo Sequén, ex candidato del partido Unidad Nacional de la Esperanza.
El atentado se produjo cuando Sequén iba en su vehículo. Le dispararon, asesinando a su hija y su sobrina, de 17 y 16 años, mientras que el político resultó herido. Sequén informó a la policía que había sido amenazado por la corporación municipal de Concepción por haber solicitado una auditoria interna. Ante este hecho, un grupo de personas decidió hacer justicia por su propia mano.
El caso más conocido fue el de una niña de 15 años, que fue linchada por más de mil personas en mayo de este año. La acusaban de haber participado, junto a otros dos jóvenes, en el asesinato de un chofer de moto taxi, aunque nadie presentó pruebas.
La niña fue agarrada del pelo y arrastrada hasta el centro del pueblo, donde le lanzaron piedras, la golpearon y la quemaron viva a la vista de todos, sin que se hiciera presente ningún miembro de la policía. El crimen fue grabado en vídeo y colgado en Internet, donde se puede ver el momento en el que la rocían con gasolina y fallece quemada viva.
Los linchamientos muchas veces son apoyados por las autoridades, que no hacen nada para impedirlos, ante la desconfianza de la población frente a las instituciones judiciales.